Los reencuentros

23 de Abril de 2024

Diana Loyola

Los reencuentros

DIANA LOYOLA

De viaje por Houston, pude ver con mirada nueva a esta sociedad tan compleja como (para mi sorpresa) religiosa, una colectividad de contrastes.

Con casi 37ºC, las calles sin gente ni autos me dieron la sensación de estar en un pueblo fantasma, cuyos únicos habitantes eran esos enormes edificios que habitan desde hace no muchas décadas el centro de esta ciudad.

Buscando qué comer, entramos a un mercado espléndido llamado Phoenicia, donde encontramos comida de todas partes del mundo: quesos, pastas, sémolas, salsas, conservas, enlatados, pan, perecederos y no perecederos, comida preparada... Una fiesta culinaria y cultural que me pareció el reflejo de la gente que ahí atendía, cada empleado con un acento, con un color de piel y con un origen diferente, pero eso sí estoy segura, con un mismo sueño: mejorar su calidad de vida y el de sus descendientes.

Caída la noche, la calle Milam se llenó en toda su longitud de personas que asistían a un Pride Parade, música, comida y bebidas, gente apoyando una causa, motivadas sin perder el orden, divertida y solidaria.

Los centros comerciales que otrora eran tan diferentes a los de México y que hoy exhiben las mismas marcas, no dejaron de impresionarme, el capitalismo y la globalización diseñados con tal precisión que hacen comprar hasta al más renuente.

El Centro Johnson de la NASA, con su manera animosa y especial de lograr que tanto niños como adultos se interesen en la exploración del espacio, de presentar la historia (al menos la estadounidense) de cómo el hombre se ha relacionado con el cielo y sus planetas y satélites. La tecnología, la búsqueda, la creatividad, el vencer los propios límites y ser y hacer más de lo que creemos poder. La invitación a seguirlo haciendo…

Después de un viaje en avioneta -con las nubes maravillosas recreándonos la vista- llegamos a la vibrante ciudad de Austin, donde los amigos generosos y amorosos nos recibieron con la calidez de la gente que se quiere. A través de ellos, pudimos dar una mirada de cerca a la sociedad multicultural, políglota (en esta región suerña) y multireligiosa que es la norteamericana.

Los contrastes me resultan tan disfrutables, tan llenos de encanto y asombro. El respeto y las reglas como guías y catalizadores para que tantas personas convivan de forma armónica, donde todos tienen un espacio y pueden crecer. Claro que existe la xenofobia, la homofobia y otras aberraciones, pero es gracias a que el respeto prevalece que esta sociedad funciona. No puedo dejar de ver los puntos débiles, pero tampoco puedo dejar de apreciar las fortalezas de este país.

La separación de iglesia y estado no es nítida, en la escuela se recita por las mañanas el Pledge of Allegiance (que yo traduciría como “voto de lealtad”) , en el que se menciona la relación de la Nación con Dios. Las bodas celebradas por la iglesia reconocidas por el Estado. La leyenda en la moneda de “In God we trust”. El registro de los feligreses católicos a la iglesia de su comunidad, que después de obtener datos sobre sus ingresos les calculan el diezmo a pagar. Las “non denomination churches”, donde las religiones se entremezclan para vivir la espiritualidad desde otra perspectiva y que les da sentido de comunidad.

Vaya sociedad, vaya contrastes.

@didiloyola