¡Lucas Corrupto!

8 de Mayo de 2024

Javier Alatorre

¡Lucas Corrupto!

JAVIER ALATORRE

Lucas aprieta la cara cuando sus compañeros le gritan: ¡Lucas corrupto! Es albañil, muy bueno para las cuentas, trabaja en una construcción de Huixquilucan. Viene de una comunidad Mazahua en el Estado de México y se encabrona cada vez que sus compañeros le gritan ¡Lucas Corrupto! Los albañiles no saben de qué se trata, pero suena a mentada.

Le pregunté al obrero si sabe el significado de la palabra, me dijo que no, pero se enchila. Le expliqué de qué se trata y entonces tomó un cepillo viejo y sin palo y se lo lanzó al yesero de los gritos. Como a Lucas, millones de mexicanos quisieran lanzar un cepillo viejo y una mentada cuando nos dicen que la corrupción es cultural, que no hay salida, que ni modo.

Lucas tampoco lo sabe, pero hay instrucciones que la clase política sigue con fidelidad. Como el banderazo de salida a las tropelías que dio el profesor Hank con el célebre: “Un político pobre es un pobre político”. Así nomás, a robar tranquilos.

Ni Lucas, con su habilidad para sacar cuentas, podrá saber con certeza cuánto nos cuesta la corrupción. Algunas organizaciones dicen que son 341 mil millones de pesos al año. El CCE denuncia que las empresas pagan el equivalente al cinco por ciento de sus ventas anuales entre mordidas y extorsiones. En esa enorme bolsa de corrupción, hay mucho del dinero que Lucas gana en los andamios de las construcciones.

El muchacho vive con muchas carencias en el cerro del Tejolote en Ixtapaluca.

Le costó 35 mil pesos el terreno que sigue pagando a los de Antorcha. Cada semana, les paga 40 pesos para que le surtan tambos de agua. No tiene drenaje y cuando se rebosa la letrina, tiene que comprometerse a acudir a las marchas Antorchistas para que el desazolve lo salve de la pestilencia.

“La Maricela nos obliga”, dice Lucas, “si no voy, me cortan la luz”, denuncia mientras le sube de nuevo lo rojo en la cara. Agobiado, me explicó el ultimátum que le pusieron los Antorchistas. “Me dijeron el domingo, que si les pago ahora por el drenaje, serán 1,700 pesos, pero que si me espero, le pago 2,500 a la Maricela y además tengo que ir obligatorio, muy obligatorio, a la marcha o no hay drenaje”.

El lunes temprano, el albañil viajaba amontonado con un grupo de trabajadores que se mueven en un carrito a las obras. En la radio del carrito se escuchaban noticias con novedades del Congreso. Se oía a gritos un conteo regresivo: ”5,4,3...” y al 2, los legisladores estallaron en jubilo celebrando que la corrupción continuará sólida y poderosa en México. Escucharon de un “3 de 3” que les parecía más de información deportiva y siguieron su camino entre baches y calles rotas. Lucas y los albañiles, entraron a Naucalpan y los vio un tránsito en una especie de retén improvisado. “Chingada madre”, dijo Lucas apretando su mochilita Nike pirata, “apenas tengo para los de La Antorcha, para estos ya no me alcanza”. Le bajaron unos pesos y pensó en pedir prestado para pagar las “cuotas” de Ixtapaluca.

Llegaron tarde a la construcción. ¡Lucas Corrupto!, le gritaron de nuevo entre risotadas. Buscó al fondo de su mochilita un paquete de clavos envuelto en periódico viejo. El papel traía unas fotos de señores con traje y unas letras que decían que nomás pasando las elecciones se discutiría la Ley Anticorrupción. Pasandito nomás... o hasta nuevo aviso.

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