Cualquiera puede dominar un sufrimiento, excepto el que lo siente. William Shakespeare (1564-1616) Escritor británico.
Hablar en favor de los matrimonios entre personas de diversas tendencias sexuales, es de “mentes abiertas”; hablar en contra es políticamente incorrecto y quienes lo hacen se arriesgan a insultos. Contra ellos, surge la intolerancia contra quienes se atreven a criticar lo que está de moda y para quienes lo apoyan.
En lo personal, como licenciado en Derecho, lo único que representa el matrimonio (independientemente de las implicaciones religiosas, sociales y familiares) es un contrato de voluntades para un fin específico: vivir en una sociedad familiar.
Y, en lo personal también, estoy de acuerdo con que se reconozcan esos acuerdos y voluntades entre dos personas (o más) para crear una familia bajo reglas específicas e incluso con el llenado de formularios burocráticos, relacionados a prestaciones sociales del IMSS, ISSSTE, entre otros.
Sin embargo, los proyectos de ley con eufemismos como “matrimonio” igualitario, rompen con la esencia tradicional y jurídica. La primera es difícil cambiar; la segunda es la decisión política.
El matrimonio, de acuerdo a nuestras leyes, es un contrato, un acuerdo de voluntades para un fin determinado, que en este caso es crear una familia, mediante la unión de capitales o patrimonios.
En el mundo moral, muy ligado a la religión, los matrimonios “igualitarios” no cumplen con los objetivos religiosos de “creced y multiplicaos”. Sin embargo, esta figura deja en el desamparo a las parejas o “sociedades” familiares a otro tipo de figuras familiares que no cumplen con esos requisitos.
La expresión semántica “matrimonio” es lo que genera divisionismos en diversos sectores de la población. Unos se ofenden debido a sus implicaciones religiosas, lo que es respetable; y otros se molestan porque no les reconocen ese tipo de “matrimonios”, ya que no son entre un hombre y una mujer. Desde tiempos ancestrales existen ese tipo de “familias”, pero en la cladestinidad.
La diversidad sexual debe respetarse; los derechos patrimoniales de los miembros de esas comunidades, deben ser reconocidos. No con fines electoreros, sino por respeto a sus derechos humanos.
Si el nombre es motivo de crispación social, pues que se cambie. Lo más importante es el reconocimiento de deberes y derechos en las relaciones de la sociedad. Que el objetivo sea el dejar en letra de molde. Todo lo demás, es la decoración del pastel de bodas.
PODEROSOS CABALLEROS.- Hace medio año, en Tetelcingo, un pequeño poblado del municipio de Cuautla, Morelos, se descubrió una fosa común con personas que estaban plenamente identificadas. Esto convirtió a esa población en el centro de atención de cientos, quizá miles, de personas que tienen la vaga esperanza de encontrar ahí los restos de algún familiar desaparecido. Es una vergüenza que en un país que se jacta de “civilizado” no realice las investigaciones necesarias para identificar a sus muertos y utilice el camino fácil de enviarlos a una fosa común. El fiscal de la entidad, Javier Pérez Durón, desconoce la identidad de quienes ahí están enterrado y, lo peor del caso, es que no tienen una catalogación de las víctimas, ni sus muestras de ADN. El colmo de la irresponsabilidad. Ah, y el gobernador de la entidad, Graco Ramírez, está de campaña para apoyar las coaliciones del PAN-PRD. Irresponsabilidad al máximo con los morelenses. *** El candidato del PRI a la gubernatura de Oaxaca, Alejandro Murat, propuso acabar con el desorden en el sector del transporte, una amenaza a la seguridad ciudadana. Este desorden es consecuencia de la entrega indiscriminada de concesiones y el aumento de “piratas”, que realizó el gobierno de Gabino Cué.
RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA.- Durante el IX Encuentro Latinoamericano de Empresas Socialmente Responsables, Unilever, bajo el liderazgo de Fabio Prado, recibió por décimo año consecutivo el distintito “Empresa Socialmente Responsable”, otorgado por el Centro Mexicano de Filantropía. Desde 2010, Unilever promueve su Plan de Vida Sustentable que tiene como objetivo fundamental desvincular el crecimiento del negocio del impacto ambiental, al tiempo que genera un impacto social positivo. Destaca Unilever en materia de responsabilidad social al cierre de 2015, es la alianza con Save the Children, con quien se implementó el proyecto “Espacios Saludables para el Bienestar de los Niños y Niñas”, cuyo objetivo es disminuir los casos de malnutrición, infecciones respiratorias agudas y enfermedades diarreicas en más de 4,000 niños menores de 6 años de edad que acuden a 80 Centros Comunitarios de Desarrollo Infantil (CCDI).
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