Redacción ejecentral
Era septiembre de 2016. Corría la segunda semana del mes y para entonces se había consumado la salida del gabinete de Luis Videgaray. El presidente Enrique Peña Nieto había designado en su lugar, en la Secretaría de Hacienda, a José Antonio Meade Kuribreña.
Por esos días, en las oficinas de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu celebraba una reunión de trabajo a sus colaboradores más cercanos. Uno de los temas que se abordó en el encuentro, de manera informal, fue la renuncia del hombre más cercano al Presidente.
Pidió entonces la palabra el embajador Miguel Ruiz Cabañas, quien había sido nombrado un año antes por Ruiz Massieu como subsecretario para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos. Con este cambio, expuso el funcionario, se confirma que la canciller estaba en lo correcto y Videgaray en el error.
La secretaria abruptamente lo interrumpió. Con un tono seco expuso ante su equipo:
❝Luis es mi amigo y no voy a permitir que nadie hable mal de él. Esta es una primera advertencia, quien lo vuelva a hacer, lo ceso❞.
Todos los presentes en la sala de juntas guardaron silencio La reunión siguió su curso. Desde entonces, el nombre del exsecretario de Hacienda ya no formó parte de alguna conversación en la Cancillería.
Hace unos días, casi cuatro meses después de este incidente, Ruiz Massieu renunció a la titularidad de la Secretaría de Relaciones Exteriores. En su lugar, para ocupar la que fuera su oficina durante 16 meses, llegó su amigo Luis Videgaray.