Como parte de la glosa del tercer informe de gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto, los diputados y senadores han comenzado con las comparecencias de los servidores públicos de alta jerarquía. El primero en acudir a la cita fue Miguel Ángel Osorio Chong, responsable de la cartera de Gobernación y uno de los principales hombres de confianza del primer mandatario. Hombre fogueado en diversas responsabilidades políticas y en las arduas jornadas de trabajo que le han correspondido encabezar desde el 1 de diciembre de 2012, Miguel Osorio se sometió al escrutinio legislativo, convencido que forma parte de la obligación de todo servidor público en México. Sin nada que esconder ni de que avergonzarse, el responsable de la gobernabilidad escuchó con atención cada una de las opiniones que desde la tribuna del Senado se vertieron sobre su desempeño y desarrollo del gobierno federal. Como exparlamentario y exgobernador, Osorio Chong dio muestra de su capacidad y sensibilidad para atender cada una de las opiniones, de las cuales debo decir hubo algunas que más que opiniones, fueron insultos intolerables por parte de un sector del Senado que se ha caracterizado no por sus ideas y propuestas, sino por sus injurias y descalificaciones fáciles. Sin embargo, el ocupante del palacio de Covián no cayó en la provocación y en todo momento exhortó al diálogo y a los acuerdos para seguir avanzando en los temas pendientes y que están en la cancha del Senado, como lo son las iniciativas presidenciales en materia de seguridad pública. Hombre disciplinado y de hondas convicciones, como jefe de Gabinete Miguel Osorio puso la vara muy alta para que los otros secretarios de Estado acudan puntuales a su cita con el Legislativo y defiendan con ideas, posicionamientos claros y convicción cada una de las acciones emprendidas. Así las cosas, ayer en el Palacio Legislativo de San Lázaro se dio cita el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray Caso, en una maratónica sesión plenaria que tampoco estuvo exenta de exabruptos, pero no de la bajeza mostrada en la casa de enfrente. No hay duda, el Legislativo enfrenta el reto de enriquecer el debate, uno constructivo.