Modelo sin conmociones

25 de Abril de 2024

Salvador Guerrero Chiprés

Modelo sin conmociones

En México hay un conjunto de relaciones socio políticas que tritura con aislamiento y desactivación tanto a la emoción social como a los individuos que, de vez en vez, llegan a representar voces que permitirían la transformación visible en cambios políticos y de la manera de apropiarse del ingreso nacional.

La victoria de la izquierda radical de Grecia, en contraste con México, con una izquierda tan mezquinamente dividida, se ve aún lejana como lo es cualquier otro placebo, cualquier otra opción, cualquier probabilidad compensatoria de un status quo donde predominan la injusticia y las corruptelas.

A cuatro meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, sin que haya caído más que la percepción del gobierno pero, sorprendentemente, no la totalidad de los organismos criminales responsables o sin que se haya siquiera entrevistado ministerialmente a la totalidad de los servidores públicos involucrados, y después de una historia de corrupción de siglos, no sería extraño que nada conmueva a nadie.

En estas elecciones o en las del 2018.

Se trate de los incidentes en que la percepción pública más generalizada de insuficiencia de provisión de justicia o de la enraizada determinación social y elitista de apropiarse ilícitamente de del erario, el caso mexicano es el anti modelo de civilización.

Los municipios que no recibirán sanciones por omitir la información sobre el uso de recursos federales que ya llegaron más o menos mochados; los estados en que la conjunción de intereses y habilidades entre gobernantes y proveedores de bienes y servicios genera y constituye ilegalidad, permanecen; la federación que encuentra en las comisiones y en las asignaciones directas, presentadas como licitaciones públicas la manera de pagar favores y aceitar compromisos no padece ningún sobresalto mayor al declive general de credibilidad.

Todos ellos, todos los actores involucrados, han aceptado en una porción o en otra, que el trato cotidiano dado a la injusticia social o la corrupción, es incambiable.

Por ello nadie se conmueve con nada a menos que le ocurra directamente cuando se trata de injusticia desde lo penal o cuando quede fuera de la órbita de la distribución ilegítima e ilícita de los bienes del erario.

En la Ciudad de México una decena de incidentes graves, cuando no verdaderas tragedias administrativas, respecto de los que se ha omitido el seguimiento penal y político habrían generado terremotos gubernamentales en el resto de los países de la OECD , especialmente, claro, en los países los europeos y los norteamericanos distintos del nuestro. Sí, claro: México es un país norteamericano. Al menos geográficamente.

A menos que resurja una dignidad social amplia, la historia de las elecciones del 2015 no será sino un esfuerzo grupal preparatorio de una disputa más amplia en 2018 sin la calidad de la requerida para hacer de México una nación justa y honrada.

Sin eficacia contra la corrupción México es un modelo anticivilizatorio. Tan pre moderno como sus sicarios morales y armados.