No hay para el pozole

23 de Abril de 2024

Javier Alatorre

No hay para el pozole

“¿Y qué tiene que ver el puerco con el dólar?”, le gritó Guille al carnicero que colgaba de un gancho una rosada cabeza de marrano. “A 84 el kilo”, dijo con una sonrisa y encogió los hombros.

Guillermina compró lo que pudo para un pozole. El maíz a 25 pesos el kilo, la lechuga, el chile ancho y guajillo a 100 pesos cada 100 gramos y se fue en busca de rábanos y tostadas apretando un billete en la mano. Guille y su familia no van al zócalo este año. Esperaron la cartulina que los convocara o que llegaran las lideresas de donde vive para que les informaran en dónde se reunirían y cómo serían trasladados al Zócalo de la Ciudad de México. Pero nada.

Guille buscó a los de la Maricela en Iztapaluca para ver qué onda, pero tampoco. “Seguro este año llevarán a otros”, pensó.

La última vez que Guille fue al Zócalo, los llevaron en camiones muy buenos. Les dieron un chamarrón rojo priista que acabó muy pesado por la lluvia. Le alcanzó para unos elotes y un bote de espuma que echó para todos lados. Se la pasó muy bien. De eso ya pasaron tres años. Me dice que a ella y a su hermana la menor no les tocó hasta adelante, pero se veía muy bien el Presidente y la campana. Era 2013. Guille llegó muy entusiasmada y trató de estar lo más cerca posible del balcón central del Palacio Nacional para ver al Presidente. Le gustó mucho el vestido verde de la esposa del Presidente. “Era como verde agua”, me dijo y parecido al color del vestido de sus 15 años.

En el patio central del Palacio Nacional, 950 invitados del nuevo gobierno priista veían la ceremonia en una pantalla grandota. Muchos señores con corbata roja y las señoras en traje elegante para la cena de gala, que tantos trompicones ha tenido en el pasado.

En el patio central del Palacio Nacional, los meseros corrían con chilitos en nogada y ceviches de pescado con callos en infusión de cilantro. Los que no, alzaban el cuello para tratar de ser vistos, le entraron además a las pechugas en salsa de flor de calabaza, camarones con mole de tamarindo y filete de res en salsa de pulque. Era 2013, con un nuevo e histórico presupuesto de 3 billones 956 mil 361 millones 600 mil pesos. Venga.

Ya para los postres, corría entre los asistentes la sensación de que el baile se acaba y aun no sacaban el suficiente provecho político de la ocasión. No todos lograron saludar de mano al Presidente y tanto que se tallaron la mano en el pantalón para que no les sudara en el momento justo. En fin, “Todavía faltan cinco cenas de gala más”, pensaron.

Pero no, ya no hubo próxima. Ese fue el último de los envidiados bailes del Palacio.

En 2014, aunque el “Paquete Económico” fue más grande, la cena en el Palacio Nacional se suspendió entre aguaceros y austeridad. Ese año, 2014, el vestido en el balcón fue de Óscar de la Renta y provocó revuelo en redes sociales.

Había cena para los 950 invitados, pero el Presidente les dijo que tenía que atender la emergencia por Odile, el huracán que pego en Los Cabos. Entonces algunos apretaron la cara y se retiraron también. Otros si gorrearon la cena, total ya estaba pagada.

El año pasado, tampoco hubo cena de gala. Puro cohete y “Guapango de José Pablo Moncayo” Justo se acababa de entregar el presupuesto para este año que nos creció la pobreza, con ajustes de 221 mil millones de pesos en el gasto programable. El “Paquete Económico” 2016 que se entregó con la frase: “Ahora toca al gobierno ajustarse el cinturón” y el primer ajuste fue a la lista de invitados y a la cena de gala.

Con aquello de hacer más con menos y actuar con prudencia y eficacia. Ese año llovió trágicamente en Guerrero.

Este año, la ceremonia del Grito de Independencia de nuevo será austera. Solo 300 invitados, pero ni cena, ni brindis, ni grilla tan socorrida estos tiempos.

Guille llegó con la bolsa del mandado a su casa y puso sobre la mesa un pedacito de cachete de puerco y una piernas de pollo. “Este año no hay para el pozole”, dijo.

@Javier_Alatorre