Asno, juez y nuez, a golpes dan sus frutos.– Antiguo anónimo árabe
¡Ignorantes! ¡Estúpidos! Simples mentecatos necios que creen que, porque saben leer titulares o tweets, conocen de leyes. ¡Insolentes! Ahora resulta que por tener redes sociales, todos son expertos en derecho y todos tienen una formación legal tan docta, que les permite opinar sobre un amparo sin siquiera ser jueces o leer la sentencia. ¡Mexicanitos impertinentes! ¡En otras épocas, a los que sabíamos realmente de derecho, se nos respetaba…!
A ver, la ley no es algo a tomarse en un descafeinado con leche light, ¿entienden? Las leyes son como un vaso completo de pulque, de alta graduación; la ley es espesa, blanquizca pero no prístina, pues deja baba y hasta embarra al tragarse… Es cierto, las leyes son un conjunto de normas que se han establecido con base en la experiencia humana, para regular nuestros comportamientos como aceptables o como execrables e inadmisibles. Por eso, Disraeli dijo que, cuando los hombres son puros, las leyes son inútiles… Lo que no dijo –y se los digo hoy, su estudioso servidor–, es que los hombres no solo no son puros, sino son en su mayoría, inútiles.
Entiendan, por favor, las leyes no deben pertenecer a la esfera de lo etéreo, de lo espiritual, de lo intangible. Para eso están las religiones y lo divino. Pero en lo humano y sus instituciones, las leyes son del mundo material, del reino de lo palpable, pues siempre se deben poder adaptar, doblar, manipular y romper, porque, así como no hay ser humano igual que otro, así no se deben imponer condenas iguales a otras. ¿Entienden? Ejemplos hay miles: está mal condenar a una persona desempleada por robar para comer, pero está bien condenar a una persona floja, por robar para comer. ¿Entienden?
Precisamente por eso, le otorgué un amparo al Porky. Porque se trata de un joven de buena familia, con recursos, inteligente, que podrá aprender mejor la lección trabajando, estudiando en la universidad, que aprendiendo malos oficios y asociándose de indeseables en la prisión, ¿entienden? Sucede que es muy claro el asunto: no se encuentra demostrada —fehacientemente— la acusación de un abuso sexual en contra de la chavilla esa.
¿Se los pongo más claro? Un faje en el asiento trasero de un carro, no es una acción dolosa. Las mismas mujeres dicen que los hombres llegamos hasta donde ellas lo permiten, ¿no es cierto? ¡De lo contrario nos dicen jotos! Nosotros debemos avanzar, las mujeres decir hasta qué punto. ¿Entienden? Así, la ley se adapta a nuestra realidad nacional. Bueno, quizás en la CDMX vivan diferente –debe ser el agua que toman– pero en el resto del país, aquello no pasó de un breve manoseo bastante común –y sin sentido lascivo–, pues el joven, no tenía la intención de gozar a través de la incomodidad de la chamaca, aunque le haya metido un par de dedos en la vagina y le haya bajado el brasiere. ¿Quién lo asegura? ¡Yo! ¡Vaya, nunca hubo comunicación de que el joven tuviera intención de satisfacer un deseo carnal con ella! ¿No les basta? Pues se joden, porque, ¡yo sí estudié derecho y yo sí soy juez y a mí, me respetan!
Entonces, ni abuso sexual, ni pederastia, porque nunca se aprovechó de la ignorancia o indefensión de la chavala. ¿Esto es síntoma de lo mal que está nuestro sistema judicial? ¡Pues el que no quiera ir en el barco, que vomite estando fuera de borda! Y ya estense tranquilos, porque como bien decía mi abuelo libanés, el que tiene a un juez como acusador, necesita a Dios como abogado. Los dejo con ese viejo consejo que yo, me voy a jugar golf. @Zolliker J.S. Zolliker le roba a la realidad una licencia para novelar diversas situaciones, muchas veces cómicas y otras tantas agrias, violentas y crudas.