El secreto alquimista

20 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

El secreto alquimista

1 zolliker

Todo mundo piensa que un alquimista es una persona que transforma el plomo en oro. Y pues esa definición es parte de un mito literario, pero no la hace correcta. Lo adecuado es definirla como una disciplina compuesta de diversas ciencias y técnicas, que culminan con la transmutación. ¿Y qué es la transmutación?, se preguntarán varios de ustedes. Pues según la Real Academia de la Lengua, la palabra tiene su origen en el latín “transmutāre”, que significa “mudar de una parte a otra”. ¿Comprenden? Eso justo soy. Un genio único, especial, notable iniciado, que combina perfectamente elementos de contabilidad, cálculos, leyes locales y federales, cuentas puentes, actuaría, activos, elementos patrimoniales, fideicomisos, cuentas de cheques, negociaciones de tasas de créditos con saldos vencidos, algo de semiótica, un muchos de misticismo y hasta del arte de conversar, para poder mudar presupuestos locales y federales, y hacerlos aparecer en otras cuentas, en otros presupuestos, en otras dependencias, en pagos de obras nuevas e infladas y sí, es verdad, hasta para pagar la compra de votos de las campañas políticas. Por eso justo, en un mundo secretísimo y al que acceden muy, muy pocas personas, se me conoce con el nombre clave de “el alquimista presupuestal” y gozo de gran crédito y reputación, aunque para la gran mayoría, como usted que me lee o mis vecinos, o mis padres, mi propia esposa (no tengo hijos), y compañeros del club, sea yo, un “humilde contador”. ¡Ja! ¡Estúpidos ignorantes! Si supieran lo que tengo en cuentas de bancos fuera de México... ¿Mis clientes? He tenido de todo tipo. Desde los gobiernos y dependencias que buscan culpables, hasta los serios, gente de bien, decentes funcionarios públicos, y los trúhanes y ladrones de siempre, que dejan enormes boquetes presupuestales que se llevaron a sus bolsillos y que después necesitan tapar para que ni la federación ni sus congresos estatales, se den cuenta de nada. Por ejemplo, el caso del famoso y gordo gobernador preso que está por ser extraditado a nuestro país: él tomaba dinero de presupuesto de la salud, y con ello, pagaba campañas electorales. Luego tomaba dinero del presupuesto de educación, y pagaba la deuda del presupuesto de la salud. Luego tomaba dinero del presupuesto del programa emprendedor y pagaba boquetes y mordidas a líderes sindicales para que no la armaran de pedo cuando no alcanzaba el dinero a pagarle a todos los maestros; hizo tal cochinero, que me llamó pidiéndome ayuda. Le cobré una fortuna por solo consultarlo. Y luego le dije que no. Lo suyo era ya incorregible. Había abierto tantos huecos y los había dejado tan mal tapados, que no había solución; su caída era inminente (y créanme, apenas se ha visto la punta del iceberg). Justo ahora, por ejemplo, me están buscando —no les voy a decir quien, obviamente— porque la Auditoria Superior de la Federación (ASF), cree que tiene algo entre manos pues piensa que ha encontrado un hueco de casi 600 millones de pesos por cursos y clases de inglés, no correctamente acreditados ni comprobados, en el ejercicio pasado (2016) de la SEP, y eso, puede convertirse en un gran, gran problema. Porque 600 millones equivalen a varias veces el presupuesto de la educación de grupos vulnerables, o a una cuarta parte de lo que acusan a la maestra Elba Esther de haber desviado para su beneficio personal… ¿Aceptaré al cliente? No sabría decirles, pero definitivamente, cobraré una buena lana por analizar y dar mi diagnóstico inicial, pues el asunto, no se mira nada sencillo. Nada.