El vigilante

24 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

El vigilante

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La traición duele. Sorprende cuando estás como cabeza de una columna. Es algo que me habían advertido desde niño: cuando alguien en la manada te vea débil, puede intentar querer arrancarte la comida, sin importar si portas o no la corona. Eso lo aprendí a la mala y en mal momento: estaba por elegir sucesor cuando con un mensaje me mandaron decir que si no elegía al que no quería como parte de mi equipo, el partido se partía en dos y ellos, los que alguna vez consideré fieles, se irían con la competencia. Tuve que aceptarlo. Puedo ser disléxico y confundir palabras, pero por más imagen negativa que me hayan construido, no soy ningún pendejo y sé perfectamente cómo se maneja el poder (de otra forma no estaría donde hoy estoy). Y tal y como Benito Juárez, mi prioridad ha sido siempre, mantener la unidad del partido y el país. Puedo estar muy mal yo, con la peor aprobación y popularidad de la historia, pero jamás pondré en riesgo la unidad nacional; que eso no les quepa duda. Ya me juzgará la historia desde su lejanía y espero que sea benévola y comprensiva. >Pero no crean que nada más chiflo y trago pinole. Como buen depredador supe esperar el tiempo adecuado, desde la oscuridad y aparentando ni siquiera recordar la traición, puse con mucho sigilo un par de trampas y cuando la víctima cayó, lo asfixiamos con su propia cadena. Bien me dijo un maestro: “si usted tiene el mazo mallete por el mango, que no le tiemble la mano al usarlo”. Qué razón tenía. Por eso me he rodeado de demonios y arcángeles. Y sé muy bien cuándo hay que escuchar a unos y cuando mandar a otros al combate más fiero. Y créanme, no me tiento el corazón en ninguno de los casos. Y me tomó años, pero hoy gobierna mi Estado, quien yo quería desde el principio. Y el otro, o dobla las manos o me lo llevo al infierno de mi acompañante cuando me toque el juicio final. Sí, es cierto, soy vigilante. Navego con bandera de tonto. Pero navego bien. Y lo que hemos cambiado —si no lo arruinan después y lo revierten— son los cimientos del México que habrá de venir y levantarse por años y años. ¿Saben lo que les ha ahorrado la reforma energética? ¿La reforma de telecomunicaciones? No tienen ni idea. ¿Por qué un grupo de académicos y periodistas tienen una agenda clara en mi contra? ¿Robaron los Duarte? ¿Cómo habría yo de enterarme? He tenido declaraciones muy poco afortunadas, es cierto. Como alabar con desconocimiento a un grupo de políticos jóvenes que parecían comenzar a rendir buenos resultados y cuentas. Pero les reitero, soy vigilante. O se aclimatan o se aclichingan. Y que este mensaje llegue a quienes debe llegar. Desde aquí los observo. Y que les quede claro que nadie me arrebata un gramo de poder hasta que me toque cederlo voluntariosamente. >Por eso mando ahora a mi diablo mayor a atacar al angelito que encabezó la rebelión hace poco menos de un sexenio. Y nada que me aplican la misma. Aquél ya no tiene cadena —fue mi arma favorita por un tiempo— y yo sí tengo un buen látigo. A ver de a cómo nos toca, si se atreve a entrar en rebeldía o de querer encabezar el Frente Amplio Antiyo. Porque se los advierto, no me temblará la mano. J.S. Zolliker le roba a la realidad una licencia para novelar diversas situaciones, muchas veces cómicas y otras tantas agrias, violentas y crudas.