Un adicto incorregible

25 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Un adicto incorregible

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No sean hipócritas. Ahora resulta que todos son un ejemplo de moralidad, ética y valores de los tiempos de sus bisabuelas. Como si en verdad nadie de ustedes se ha pasado nunca un semáforo en rojo o que nunca han encontrado un billete o una moneda en la calle y se lo han guardado en el bolsillo. Hipócritas, les digo. ¡Hipócritas!

El mundo es, para que no haya dudas, de la gente que aprovecha las oportunidades que se les presentan. El emprendedor que encontró una necesidad en el mercado y puso un negocio para satisfacerla. El gerente que encontró una falla del director y la resolvió y terminó quedándose con su puesto. El jefe de área que presumió como propio un trabajo que realizó uno de sus subalternos. El mundo es de nosotros.

Es cierto. Yo siempre que veo oportunidades, las aprovecho. Las tomo, las hago mías. Y así fue que vi una oportunidad y la aproveché. Verán, sucede que tengo una especial adicción por ciertos artículos, a tal grado, en que me construí en mi casa, un cuarto secreto al que sólo puedo entrar yo, y a donde ocasionalmente invito a algunos amigos cercanos a echar un par de tragos para que puedan admirar mi colección. ¿Compartirla con el público? ¡Nunca! La mejor sensación es aquella que nace de saber que coleccionas algo que muchos anhelan y no pueden ni siquiera saber que lo tienes, mucho menos, verlo.

En fin, que colecciono artículos de gran valor, como un adicto incorregible. No importa lo económico. Me refiero al valor intrínseco, íntimo, del objeto y su historia. Así fue como me hice del jersey de Tom Brady con el que ganó el último superbowl. Lo hice porque pude. Con sangre fría entré al vestidor cuando no me correspondía. Me colé entre la multitud porque lo quería tener conmigo. En menos de medio minuto de distracción, lo doblé bajo mi brazo y me lo llevé cuando todos celebraban.

¿Me avergüenzo? Ni tantito. Lo siento por mi familia, únicamente. ¿Lloriqueo que me acusen y condenen en público como el ejemplo del mal mexicano? ¡Hipócritas! Y son peores los que me comparan con el paisano que se meó sobre el fuego del soldado desconocido y apagó la llama eterna del arco del triunfo en el mundial de Francia en 1998. ¿Qué tiene una borrachera en común con saber aprovechar un momento único para lograr una colección insuperable? Por eso, cuando me llamaron de la Procu para darme el pitazo de que me estaban buscando por la desaparición del Jersey, decidí controlar el daño de inmediato. Hablé con mis contactos en la institución y seguí sus instrucciones: entregué el Jersey reciente, junto con otra de sus playeras que me volé de un campeonato anterior, y con un casco de los Broncos del Super Bowl 50. Todo en una bolsa negra.

Lo siguiente, fue apegarme al nuevo sistema de justicia penal al solicitar acogerme a la figura de acuerdo reparatorio, donde el acusado repara el daño y es liberado de cualquier cargo, lo cual fue negociado incluso desde México con los estadunidenses para evitar problemas. ¿Cínico? Tal vez. ¿Oportunista?

Definitivamente.

¿Qué porqué lo hice? ¿Qué porqué entregué una playera valuada en medio millón de dólares? Es simple. Me descubrieron. Pero lo más importante es que al cooperar con ellos, ya no investigarán más. Por eso lo hice. Por conservar muchos otros objetos iguales o tanto más preciados que ni siquiera ustedes imaginarían que tengo en mi poder…

@Zolliker J.S. Zolliker le roba a la realidad una licencia para novelar diversas situaciones, muchas veces cómicas y otras tantas agrias, violentas y crudas.