El fantasma desestabilizador

19 de Abril de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

El fantasma desestabilizador

Faltaban 10 meses para que terminara el gobierno de Ernesto Zedillo. Era febrero de 2000 y la huelga en la UNAM cumplía casi 10 meses. El gabinete del presidente consideraba que las autoridades universitarias no habían sabido manejar el conflicto y éste se había alargado más de lo debido.

Eso es lo que suele ocurrir en un espacio tan diverso como es la Universidad, una chispa puede generar un incendio o simplemente quedarse en una chispa que se consuma sola. Mucho depende del manejo que las autoridades universitarias, desde las facultades y desde la Rectoría manejen las cosas. Pero también de los que persigan grupos de interés que controlan organizaciones radicales, partidos políticos, autoridades federales o capitalinas o ahora grupos de narcomenudistas.

En el año 2000 era más sencillo identificar a los grupos que ejercían algún tipo de control político en facultades o escuelas de la Universidad, porque eran muy focalizados. Pero también se contaba con profesores y estudiantes que entregaban reportes periódicos al Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) sobre personajes de interés, que tuvieran algún tipo de liderazgo, pertenecieran a alguna organización interna vinculada entonces al Partido Revolucionario Institucional (PRI), ahora también las hay vinculadas al de la Revolución Democrática (PRD); y mucho tiempo atrás al Partido Comunista o a grupos clasificados como subversivos (guerrilleros).

De esos reportes se hacían tarjetas informativas que permitían conocer que organizaciones financiaban a los grupos internos, cuáles eran sus objetivos, quiénes pretendían causar desestabilización interna o utilizar a la UNAM como arma para golpear gobiernos o personajes políticos.

Todo eso no ha cambiado, sólo que el Cisen ahora no está tan informado sobre los grupos de poder y control internos. Las áreas que tienen mas información se ubican en el gobierno de la Ciudad de México y del estado de México (en cuanto a las facultades que se encuentran en sus cercanías y territorio) y la Secretaría de Marina, que es la única dependencia federal que mantiene más actualizados y organizados su información de inteligencia.

Las cosas cambiaron bastante en los últimos 10 años, tiempo en que la capacidad operativa del Cisen se fue diluyendo. Ahora, el PRD es el que tiene más influencia entre grupos de estudiantes, profesores y organizaciones, que le permite movilizar un número importante políticamente. Aunque el PRI aún cuenta con grupos de choque y uno de sus puntos clave de control se encuentra en el área de seguimiento (indicadores) y seguridad que depende de las oficinas de la Rectoría, es un área de información interna conectada con muchos grupos al interior de escuelas, facultades e institutos, pero algunos de ellos al servicio del partido.

Y una presencia más que se ha fortalecido en los últimos años es la de los narcomenudistas.

Toda esta información se ha acumulado en las oficinas del gobierno y de Seguridad Pública de la Ciudad de México, y en algunas de las delegaciones (próximamente alcaldías) capitalinas, porque han sido las áreas que sabiendo de los beneficios y riesgos que representa la presencia de la infraestructura universitaria en sus zonas, más o menos han acumulado información, que también han utilizado políticamente los funcionarios del PRD.

El éxito del ingreso de la Policía Federal a la UNAM en la madrugada del 6 de febrero de 2000, al mando del almirante Wilfrido Robledo, quien diseñó toda la operación y la encabezó personalmente, fue porque se contaba con información precisa de quiénes eran los líderes del Consejo General de Huelga (CGH), quiénes los financiaban desde la política y las filas universitarias, y cuál era su verdadera capacidad.

Esa madrugada, sin portar armas y con un control absoluto del lugar, los agentes ingresaron hasta la Facultad de Filosofía y Letras, y sin violencia sacaron a los estudiantes de las instalaciones. Se quitaron las banderas de huelga y hasta se pintaron las paredes, y días después se retomaron las clases.

Ahora no se cuenta con información precisa de lo que está detrás de la acción de los porros dentro de Ciudad Universitaria. Confluyen en este momento muchos intereses que están sueltos y que buscan ganar espacios de control y negociación. Si el conflicto no se atiende adecuadamente y la chispa se enciende, la forma de cómo apagarlo podría tener un costo muy alto, pues no se cuenta con toda la información necesaria para ello. Aunque deberían preguntarle a algunas autoridades capitalinas, que el día del ataque esta semana no hubo ni antes, durante o después una sola patrulla, una presencia que siempre hay.