Estado de miedo

23 de Abril de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

Estado de miedo

IDALIA

Una vez más Reporteros Sin Fronteras documenta la brutalidad que se vive en México en materia de libertad de expresión, en particular en Veracruz, y que, por desgracia, ante tantos problemas que enfrenta el país, pareciera que la ausencia de una plena libertad para informar y recibir información, en por lo menos la tercera parte del territorio, no es cosa importante. Pero lo es y mucho.

La plenitud de este derecho permite el ejercicio de una sana democracia y con ella todos los derechos a favor de los ciudadanos. Sin libertad de expresión, en el ejercicio en todas sus dimensiones, pueden anidarse, por ejemplo, los peores gobiernos y políticos, los más corruptos y sanguinarios.

En estos 12 años de violencia desmedida contra periodistas, defensores de derechos humanos y líderes sociales, el discurso exculpatorio que han expuesto tanto de gobiernos del PAN como del PRI, es que las autoridades sí garantizan la libertad de expresión y existen las instituciones para ello, que son los poderes fácticos los que atentan contra este derecho. Ha sido el discurso fácil que escuché desde 2004 del propio presidente Vicente Fox.

Ese ha sido el problema central para que los ataques a los informadores no se detengan, por el contrario, crezcan. El Estado no ha asumido su plena responsabilidad en proteger a quienes ejercen este derecho y, en su caso, resolver los crímenes para que no se repitan.

En el informe que hoy presenta Reporteros Sin Fronteras “Veracruz: los periodistas frente al estado de miedo”, se documenta cómo un gobierno corrupto y corruptor, necesita de silenciar a la prensa para actuar libremente, y se vuelve por ello su peor enemigo. Veracruz es considerado “la zona del continente americano más peligrosa para periodistas”, pero no se trata sólo de números (17 informadores asesinados y cuatro desaparecidos), sino que adquirió esa condición ante la necesidad de un gobierno como el de Duarte de someter a quienes podían alertar de la corrupción y la violencia, y eran los periodistas.

“Cuando realizamos las entrevistas en Xalapa, la capital de Veracruz, rápidamente observamos un hecho: el peligro no proviene en primer lugar de los cárteles, sino del mismo Estado. A lo largo de su gobierno, entre 2010 y 2016, Javier Duarte de Ochoa hizo reinar el terror entre periodistas en un clima de tanta impunidad que el mandatario se permitía amenazar abierta y públicamente a la prensa, sin tener que responder nunca a nadie por ello”. Y añade algo peor, “en el estado, estos (cárteles) son considerados el brazo armado de los políticos”.

En Veracruz se vive un estado de miedo por su altísimo grado de descomposición: “la corrupción casi generalizada de los órganos de justicia y de la policía de Veracruz –numerosos funcionarios tienen relaciones directas o indirectas con algún cártel– hace que todo proceso judicial sea vano. La impunidad es tanta, que cerca de la mitad de las amenazas y agresiones a periodistas son responsabilidad de los mismos policías, a quienes nunca o casi nunca se les molesta por ello. El mismo Duarte participó activamente en la creación de un sistema de vigilancia de periodistas”.

Lo más sorprendente es que fue hasta que corrían los últimos meses del gobierno de Duarte que el gobierno federal comenzó a interesarse en el tema de la descomposición económica, social y política; algo similar ocurrió en los medios de comunicación de medios nacionales. No se comprendió, no de dimensionó y no se atendió. Del informe de Reporteros Sin Fronteras no sólo deben tomarse las detalladas recomendaciones que se hacen a cada una de las autoridades; sino también para comprender que los gobiernos autoritarios o corruptos, necesitan de la complicidad o del miedo para subsistir y crecer, y sólo informadores y medios de comunicación sólidos en principios éticos y con un periodismo de calidad, pueden ser el escudo para proteger la democracia.

Hoy día en el país hay otros veracruces, zonas en riesgo: Tamaulipas, Tabasco y Guerrero; así como algunas regiones de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, San Luis Potosí, Hidalgo, Coahuila, Sonora, Durango o Colima, lugares en donde el miedo se ha convertido en una forma de control social, que provoca el silencio se esté instaurando de forma progresiva y letal.