Estado de riesgo

20 de Abril de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

Estado de riesgo

IDALIA

En estos últimos 15 días la evidencia no deja lugar a dudas, el Estado se ha colocado en el camino de una implosión.

La falta de rumbo, fracturas internas, debilidad institucional, ausencia de una visión que integre lo político y económico, la desconexión con la sociedad, el descontrol en los cuerpos de seguridad, y la carencia de inteligencia estratégica que impide la toma de decisiones, son algunos de los principales elementos que apuntalan el desastre si en el tablero las piezas no se mueven adecuadamente en los próximos meses.

Nadie dentro del gobierno anticipó y alertó al Presidente de la crisis social que podía estallar. Los diagnósticos que debió entregar la Secretaría de Gobernación nunca llegaron, mucho menos los informes estratégicos del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) que ofreciera los escenarios que podrían surgir tras el incremento de las gasolinas.

Tan pobre es el trabajo del Cisen que ni los reportes diarios de diciembre, cuando comenzaron las pequeñas movilizaciones en el país, no le prestaron la importancia debida, ni siquiera pudieron establecer posibles grupos de interés que estuvieran involucrados. Sólo eran reportes de hechos sin análisis, ni con un diagnóstico elaborado.

En la última reunión de gabinete de seguridad de 2016, el panorama que se le presentó en prospectiva al Presidente no coincide con nada de lo que ahora ocurre. Calcularon que sólo habría algunas movilizaciones y descontento temporal de grupos. Nunca evaluaron el desgaste social que existe a consecuencia de la crisis política y económica que se ha padecido, ni siquiera consideraron la posibilidad de que las familias que iniciaron en una movilización desarticulada, fueran construyendo una protesta más estructurada y con posibilidades de extenderse regionalmente y organizarse. Como antídoto, la Secretaría de Gobernación ha recurrido a las más típicas filtraciones para descalificar la protesta auténtica y atribuírsela a los partidos políticos, quienes por cierto también fueron incapaces de visualizar lo que ocurriría y encabezarla por su enorme distanciamiento con la población.

La rapiña ha tratado de ser la forma de denostar la movilización. Tampoco han sido capaces de darse cuenta de que también representa una forma de protesta y de revancha social de una clase que se ha empobrecido. La desarticulación dentro del gobierno es a tal grado, y la falta de control de las policías alcanza tal nivel, que la única instrucción que han recibido los Policías Federales es que mantengan presencia, “no se conviertan en noticia”, no intervengan y sólo hacerlo si es necesario.

Y es que la corporación tampoco tenía inteligencia estratégica previa, que le permitiera comprender las movilizaciones y atajarlas. Ninguna policía en el país tenía elementos para considerar que se iban a tomar las calles, porque ninguna hizo su trabajo. El Ejército se ha mantenido al margen, ha pedido sólo apoyar si es necesario, teme que se interprete mal su participación.

Lo que ha pasado no se puede reducir a que el Presidente está mal informado y por eso la equivocada toma de decisiones. De ser así, podría correr a varios funcionarios para arreglar ese vacío.

En realidad, es peor que eso, el gobierno es su propio enemigo. Enfrenta una serie de rebeliones y descontrol que pueden salirse de las manos: el descontento del Ejército es real y no se ha terminado.

La Policía Federal también está inconforme y no se le tiene del todo controlada, los agentes del Cisen no tienen el respaldo para hacer su trabajo y no lo hacen.

En Gobernación no se tiene un plan para sentar a los líderes visibles de la movilización: iglesias, grupos juveniles y de las colonias, y organizaciones civiles.

Tampoco hay un plan para unificar a su partido que en el Congreso de la Unión y en los estados ya no apoya al Presidente; mucho menos para sentar a los gobernadores para planificar un verdadero plan de austeridad.

Y podríamos enlistar las otras rebeliones internas. Lo único que hasta ahora ha amortiguado las cosas, es que la sociedad no se ha articulado, pero lo está haciendo poco a poco y cuando lo logre, es posible que comience la implosión del Estado.

@Gosimai Son más de dos décadas de explorar en el periodismo desde un enfoque de seguridad nacional.