Por ahora sólo ha sido difundido un video, de varios que existen, sobre lo ocurrido el pasado 3 de mayo en la comunidad de Palmarito, Puebla, en lo que se dijo fue un enfrentamiento entre ladrones de combustible y militares. Pero ver las imágenes fue suficiente para confirmar el descontrol en la acción militar ante los escenarios de violencia en los que participan las Fuerzas Armadas en el país. Cada vez es más común escuchar a soldados y personal de medio y alto rango de las Fuerzas Armadas hablar de cómo están cansados de enfrentar y “limpiar la basura”. Así les llaman a los delincuentes, no se trata de un código, en realidad es una definición para ellos; describe claramente cómo los ven y lo que piensan de ellos. A su vez, los miembros de grupos criminales, al referirse a los soldados o marinos la palabra usual es “perros”.
Estos adjetivos no pueden ser tomados a la ligera, aunque se haya vuelto tan común escucharlas al interior de los cuarteles. Ambas palabras muestran cómo esta intensa guerra irregular en la que se encuentra inmerso el país desde hace más de 10 años, ha deshumanizado todo.
Cuando una persona deja de ver el valor de la vida del otro, y comienza a percibirlos como basura, inútil y perjudicial, es cuando se es capaz de asesinar a sangre fría y pensar que es lo necesario, lo justo o lo que debía hacerse. Esto no sólo obedece al desgaste de soldados y comandantes, porque las operaciones de vigilancia, protección y seguridad a los que les han obligado a participar y en los que enfrentan un poder de fuego superior al suyo, no cesan. No es sólo eso, un soldado está entrenado para matar, aunque como sociedad tratemos de auto convencernos de que pueden hacer un extraordinario trabajo policiaco.
Han aprendido y se han ajustado a ciertos criterios y normas, pero al final su visión y capacidad no fue entrenada para eso. Desde hace más de dos años, el general secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, lo ha dicho de distintas formas, hay rebeldía al interior de los cuarteles. Las Fuerzas Armadas siempre se han considerado la institución que vela por el resto de las instituciones y las protege, el que garantiza que prevalezcan, pero ahora al ser tratados como policías y, peor aún, que esas instituciones los traiciones, porque no funcionan y dejan en libertad a detenidos, ya sea por incapacidad o corrupción.
Ejemplos hay muchos, pero uno muy cercano basta, el caso de Francisco Javier Zazueta Rosales, Pancho Chimal, líder de los sicarios de los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán, y a quien identificaron las autoridades como responsable de la emboscada al convoy militar en Culiacán en septiembre de 2016, donde murieron cinco militares y 10 más quedaron heridos.
A Pancho Chimal lo detuvieron el 18 de febrero y huyó de la prisión un mes después, para morir abatido en un enfrentamiento, de acuerdo a la versión oficial, en abril de este año. Entonces la sensación de las Fuerzas Armadas es que han sido abandonadas por los políticos, por los civiles, no son siquiera reconocidos y, más grave aún, ven en la política, que los ha estado usando, como un estorbo para resolver las cosas en el país. Aunque todavía queda algo más grave. No se ha dado la orden, no existe por escrito, ni siquiera se menciona en voz alta, pero existe la convicción de que es más costoso para el país mantener vivos a quienes generan la violencia de manera descarnada. Si no necesitan interrogarlos, la lógica que existe en medio de la batalla es que no importa si se mueren, incluso podría ser mejor y así “limpian la basura”.
Lo de Palmarito no fue una acción aislada, proyecta su visión de las cosas. Es la consecuencia de la descomposición que las malas decisiones o incapacidad de la clase política en los últimos 10 años, y que ahora se refleja en la institución que hemos colocado como la última barrera de protección ante la violencia.
Dentro de la institución militar existe una gran preocupación, saben que es verdad el asesinato a sangre fría cometido por uno de sus elementos. Tratarán de contener el daño y reducirlo a la desobediencia de algunos miembros. Sin embargo, saben que la responsabilidad es vertical, y que un “error” así destruye la confianza interna y externa, y se convierte en extremadamente peligroso cuando ocurren con frecuencia y no es la primera vez.
@Gosimai Son más de dos décadas de explorar en el periodismo desde un enfoque de seguridad nacional.