Operación rescate en Edomex

19 de Abril de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

Operación rescate en Edomex

idalia gomez

En la elección del Estado de México se definirán varios aspectos estratégicos internos de los partidos políticos, no así el futuro del país, como lo dijo Alfredo del Mazo. Aunque en algo sí tuvo razón, el PRI es el que se juega más, tal y como lo dijo el domingo pasado el candidato a la gubernatura. “Como nunca antes, los priistas mexiquenses estamos a prueba y vamos a responder el desafío… Todo lo que somos, todo lo que hemos trabajado, todo lo que hemos construido durante tantos años está en juego en esta elección”. Así lo vieron los priistas y a partir de eso definieron lo que harían. No se trata sólo de votos, aunque sólo el Estado de México signifique casi la población completa de Chile o supere a Portugal, y represente el 13% de los votos en la elección federal; tampoco por ser la segunda economía del país, se trata de control político y poder. Por eso la maquinaria priista se echó a andar, y como nunca, ha sido aceitada para llevar al triunfo a Alfredo del Mazo. Se ha mencionado públicamente sobre el desorden interno en la campaña, sobre la existencia de demasiados generales y pocos soldados que operen, pero es sólo apariencia. Por lo menos ocho semanas atrás, el partido convocó a sus cuadros más influyentes y operativos en la entidad. Y prácticamente se diseñó una estrategia de cuadra por cuadra, colonia por colonia, voto a voto. Uno de los artífices fue Emilio Chuayffet, quien ha sido gobernador del estado, secretario de Gobernación y de Educación Pública. Los que están directamente involucrados son exdiputados locales y federales, exalcaldes, exsíndicos y exregidores; lo mismo que funcionarios del partido estatal y nacional, y en sus ratos libres personajes del gobierno estatal, federal o del Poder Legislativo. Lo mismo que familiares de los secretarios de estado Rosario Robles y Luis Miranda. También empresarios, líderes sociales y comunitarios. A cada uno se le asignó una tarea: trabajar en su zona de influencia, prácticamente casa por casa, con cada vecino o empresario, y conseguir su voto. No importa que sean regiones en las que el PAN o el PRD tengan mayoría, la meta es no perder un solo sufragio y ampliar todas las posibilidades. En esa tarea se pueden ver, por ejemplo, a familiares de los exgobernadores Ignacio Pichardo, César Camacho Quiroz y Arturo Montiel; a personajes como Humberto Benítez Treviño o al alcalde con licencia de Tecámac, Aarón Urbina Bedolla; a personal de los exdiputados Enrique Jacob Rocha y Miguel Sámano Peralta, quien es secretario de Operación Política en el PRI estatal; también Efrén Rojas Dávila, coordinador general de Elecciones en el PRI en la entidad, o de Juan Pedro García Martínez, delegado especial para Texcoco. En forma paralela, se han dado reuniones de bajo perfil con líderes e integrantes de Acción Nacional y de la Revolución Democrática, para discutir en torno al riesgo de que Morena quede en segundo lugar tras la jornada electoral. La intención, aseguran, es que el PRI quede 7 puntos arriba y sea el PRD el que quede como segunda fuerza, y que ello frene cualquier reclamo del partido de Andrés Manuel López Obrador. Uno de los argumentos del PRI, dentro de las negociaciones con representantes del partido de izquierda, es que si queda como segunda fuerza será un impulso natural para las elecciones en la Ciudad de México, y que el actual candidato para el Estado de México, Juan Zepeda, al ganar (aparentemente) tantos votos, podría convertirse en el próximo líder nacional perredista. Otro de los puntos de la estrategia es cuidar excesivamente el manejo visible de los recursos económicos, para no sobrepasar los topes de campaña. Sin embargo, eso no quita que otros personajes, a los que no se puede vincular directamente con el PRI, ofrezcan regalos, como televisores. Han sacado las cuentas los priistas sobre la cantidad de votos que necesitan y cuántos tienen que asegurar de los 125 municipios que integran la geografía del Estado de México. En cada uno de ellos hay un representante que coordina a otro grupo muy pequeño que conoce los distritos y que debe comprometerse a determinado número de votos. Deben ganar el 25% de los municipios y para ello están visitando sus operadores todos los rincones, reuniéndose con las personas que influyen en cada zona y recordando lo indispensable que es mantener al PRI en el poder, porque de otra manera, les dicen, correrían riesgo esos pequeños cacicazgos locales que predominan en la entidad. Es el Estado de México el mayor laboratorio electoral para el PRI, si funciona la estrategia y la operación, será la que veremos, más afinada, en 2018.