Parálisis, incertidumbre y riesgos

24 de Abril de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

Parálisis, incertidumbre y riesgos

maria idalia gomez

La derrota electoral del gobierno frenó el trabajo en una gran parte de la administración pública federal. Para muchos esto podría parecer normal, cíclico, pero no lo es, al menos no en la dimensión en que se dejó de operar en una importante fracción de esta administración. “Esto no lo había visto en 20 años”, dice un funcionario.

En el discurso todos han dicho que siguen en sus tareas cotidianas hasta el último momento, que sería el próximo 30 de noviembre. Lo cierto es que esto no es así. En las secretarías de Gobernación, de Desarrollo Social, de Medio Ambiente, de Desarrollo Agrario y de Agricultura, que verifiqué, el trabajo que se realiza prácticamente es el básico, urgente o el que ordena la ley, no más. En las oficinas de directores, directores adjuntos, subsecretarios y asesores, comenzaron a despedirse de los compañeros de trabajo y a realizar la mudanza: limpieza de papeles, de computadoras, revisiones de libros blancos (donde se harán), resolver los últimos acuerdos pendientes, escombrar los cajones de los artículos personales y tramitar lo que deban dar cause, de acuerdo con sus responsabilidades y les obliga la norma. Incluso en esas dependencias, algunos de los titulares han comentado a sus cercanos que no entregarán oficinas, a menos de que llegue la indicación directa, de lo contrario nombrarán a un encargado de despacho para cumplir con el procedimiento el 1 de diciembre.

Son muy pocas las secretarías que sí conservan el ritmo habitual de trabajo. Y otras, aunque siguen operando han limitado su operación sustancial, tal es el caso de las áreas de inteligencia, como el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), que desconectó ya las escuchas telefónicas y sólo mantiene las que considera estratégicas, muy pocas. Y los registros de seis años, sobre el espionaje ordenado por el equipo del exsecretario Miguel Ángel Osorio Chong, a personajes políticos, empresariales y periodistas, de ese ya el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ningún rastro encontrará.

Pero algo más está pasando al interior de la administración pública federal. El mensaje de Andrés Manuel López Obrador y su equipo no ha llegado correctamente. Por ahora existe confusión e incertidumbre en los pasillos de las oficinas públicas, mucho más que cuando llegó Vicente Fox en el 2000. Aunado a que servidores públicos de todos los niveles y condiciones laborales se sienten atacados por ser tratados, en el discurso, como corruptos, al menos en las palabras de varios de los colaboradores de López Obrador perciben, dicen, ese tufo.

La descentralización de la administración, la disminución de salarios, en general la austeridad y la reorganización mal explicada y sin que se muestre una hoja de ruta de todas las modificaciones legales y en algunos casos constitucionales que se requieren, genera aún más desconcierto. Por ahora esto ha sumado una dosis de anarquía en diferentes áreas.

Desde la llegada del panismo al gobierno se decantaron los puestos de base y crecieron los que recibían altos salarios, pero contratados de forma “temporal”, aunque muchos de ellos permanecieron hasta ahora, saltando de esa forma el servicio civil de carrera que el propio Fox implementó. Los que ahora ocupan esos cargos saben que se irán y que no recibirán indemnización alguna; allí no está el problema, sino en los que son piezas clave y que su valía puede perderse.

En el papel, el rediseño de la administración pública desde la Secretaría de Hacienda no es tan complicado verlo, incluso la reducción de programas y gastos; el problema es conocer la operación real de cada uno de los puestos, pues muchos aunque poseen plazas pequeñas de nombre, tienen una importancia vital.

Dos casos que ejemplifican lo complejo de la administración pública son la Comisión Nacional de Seguridad y la Procuraduría General de la República. En el primero, el diseño que se hizo fue para que la controlara el secretario Osorio Chong y no tiene pies ni cabeza; y junto con la PGR, no bastará un conocedor del derecho y de la administración pública para la transformación de las dos, se requieren también verdaderos operadores que conozcan las entrañas, la lógica y tengan la honorabilidad y estatura de miras en la seguridad y procuración de justicia de este país, de lo contrario el fracaso, nuevamente, está garantizado, porque en ambos, hoy día, nada es lo que parece.