Pegasus y otros sistemas con particulares

19 de Abril de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

Pegasus y otros sistemas con particulares

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Desde 2010 se comenzaron a ofertar en México el software Pegasus. Representantes de la empresa israelí NSO Group iniciaron los primeros contactos con viejos conocidos, confiables que conocen en el mundo de la seguridad y que conocen México, el sistema político y personajes clave. No fue muy difícil hacerlo, con el boom que se desató durante el gobierno de Felipe Calderón, en el que la llamada guerra contra el narcotráfico dio licencia para comprar armas y equipo de inteligencia, se abrió un mercado que aprovecharon exfuncionarios de las agencias norteamericanas Antidrogas (DEA) y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), también empresas españolas, italianas, alemanas e israelíes. Ese mismo boom provocó en México que funcionarios jubilados o hasta despedidos de cuerpos de seguridad, y empresas que se dedicaban a seguridad privada se convirtieran rápidamente en proveedoras de equipo y software sofisticado, desde drones, sistemas de intercomunicación encriptada, equipos de geolocalización de equipos celulares y computadoras, videovigilancia con sistemas prácticamente imperceptibles, y monitoreo o intercepción de equipos de comunicación; al igual que armas, chalecos o uniformes. El momento también lo aprovecharon familiares o amigos muy cercanos de funcionarios, que sin saber nada de seguridad e inteligencia, crearon empresas que se convirtieron en las principales proveedoras de productos a instituciones federales y estatales de seguridad. De todo el equipo que se compró entre 2008 y 2012 poco se habla actualmente. Tampoco del que donó el gobierno de Estados Unidos y que también permitía operaciones de intercepción y vigilancia. El monto exacto que Calderón gastó, qué equipo compró y si continúan operando, es información que fue declarada en reserva por 12 años, lo que significa que más o menos entre 2025 y 2028 sabremos qué pasó con los sistemas que compraron a las empresas Hacking Team, Netline, Picsix o Gita o en concreto los programas Galileo, Da Vinci, Laguna, SAIP, Big Data Suite o IBIS, que no son tan poderosos como Pegasus, pero que operan con efectividad en el rastreo de mensajes de texto, chats, correos electrónicos, llamadas o redes sociales, por ejemplo. NSO Group llegó a México en 2010 y usó la misma ruta de negociación que las otras empresas habían ya utilizado: ubicar a aliados para mostrarle el equipo y, a cambio de una comisión del 2%, poner en contacto a la empresa con personajes vinculados a los grupos políticos para que fungieran como sus operadores de negocios. Cuando llegaron los israelíes, nos cuentan quienes sostuvieron reuniones con ellos, pactaban encuentros con los personajes clave que ellos previamente habían ya investigado y definido que eran de confianza. Les entregaban un engargolado de cuatro páginas que ofertaba Pegasus como “la completa solución de inteligencia cibernética”. En un resumen muy sencillo les especificaban las bondades del programa que permitía la infección completa de celulares: “Extrae y controla: SMS y correos electrónicos, seguimiento de ubicación, lista de contactos, mensajería instantánea, intercepción de llamadas, historia de navegación, redes sociales, captura de pantalla, tomar fotos y grabación de micrófono”. Bajo el nombre de una empresa llamada Grupo KS, los israelíes hacían ese primer contacto con quienes serían sus representantes. A las instituciones interesadas les hacían una “demostración en vivo”, de cómo se infectaba a distancia un teléfono y cómo en la computadora comenzaba a aparecer, en tiempo real, toda la información, y como si era necesario, “posee un mecanismo de auto destrucción en caso de riesgo de exposición”. Desde la administración de Calderón, gobiernos de los estados compraron este tipo de tecnología, y también lo hicieron empresas privadas, no sólo los grandes consorcios, también personajes que se dedican a realizar tareas de inteligencia fuera del gobierno y que puede trabajar o no para las autoridades o para otros particulares. Por lo menos, agentes de otros países reconocen que una decena cuenta con este tipo de equipo, pero se trata de “personas confiables del medio”. Varios actores se integraron a eses círculo de la seguridad, por el dinero disponible y las comisiones que se pagaban rondaban los cinco o 10 millones de pesos por ventas a dependencias. Además, fue una de las mejores ventanillas para la corrupción, porque esos recursos no se auditan. El tema central es quién tiene todas esas herramientas dentro y fuera de gobierno, y para qué las usaron antes y ahora.