Simio en tacones y la cerda culo gordo

24 de Abril de 2024

Javier Alatorre

Simio en tacones y la cerda culo gordo

›El insulto se sumó al acoso racial y a la división entre blancos y minorías que está sacudiendo a Estados Unidos. Primero fueron marchas y protestas. Después, incidentes en escuelas, supermercados y oficinas contra hispanos.

Los insultos racistas y el acoso a minorías se desbordó en la campaña presidencial de Estados Unidos y sigue avanzando como nubarrones de odio.

Cuando Trump le dijo “cerda” a una reina de belleza autorizó a una funcionaria del área de desarrollo de Clay County en West Virginia a decirle “simio en tacones” a la primera dama, Michelle Obama.

El insulto, a manera de celebración por el resultado electoral, no se quedó en Facebook. Se sumó al acoso racial y la división entre blancos y los demás que está sacudiendo a Estados Unidos. Primero fueron marchas y protestas. Después, incidentes en escuelas, supermercados y oficinas contra hispanos. El bullying y el mobbing (acoso laboral) adquieren una nueva dimensión que genera incertidumbre dentro y fuera de los Estados Unidos.

Olguita mojó la cama y decidió no ir a la escuela esta semana. Es hija de una enfermera cubana y un contratista mexicano con estancia legal en Estados Unidos. La niña teme que sus padres sean deportados y no los encuentre al salir de clases. Por lo tanto, decidió quedarse en casa haciendo guardia ante cualquier eventualidad.

La jefa de la enfermera cubana, madre de Olguita, se llama Malka Fening. Es una terapeuta que tiene su consultorio en Austin, Texas. Me dijo que desde las elecciones del martes 8 de noviembre, el miedo ha provocado ansiedad entre la población hispana. “Los incidentes de acoso en las escuelas y discusiones a media calle han afectado sobre todo a niños y jóvenes. Piensan que sus padres serán deportados o que la familia completa será expulsada a un país que no conocen”. Sin embargo, me dijo Malka que en el apoyo sicológico que da a indocumentados mexicanos y centroamericanos, el nivel de estrés sigue siendo el mismo, que las cosas no han cambiado.

En efecto, los millones de indocumentados que hoy están amenazados por la deportación ya están curtidos. Fueron expulsados por la pobreza y la violencia. Sobrevivieron después a la endemoniada ruta hacia la frontera entre robos, extorsiones, secuestros, policías, agentes migratorios y el crimen organizado. Trabajan duro en un ambiente hostil desde antes de la llegada de Trump para enviar las millonarias remesas.

“Están más temerosos los refugiados iraquíes que llegan a consulta que los hispanos”, me dijo la doctora Fening.

Faltan dos meses para que Trump se convierta en presidente. El lunes pasado, el magnate insistió en que levantará un muro o, por lo menos, una reja en la frontera con México. También dijo que nada más tome posesión del cargo, deportará de inmediato a dos o tres millones de indocumentados “criminales”.

De aquí a la “Inaugural Adress” de Trump, miles de centroamericanos cruzarán por nuestro país rumbo a la frontera norte. En el camino, se les unirán miles de mexicanos en busca de dólares para enviar a casa.

Según el Banco de México las remesas llegaron a 17 mil 600 millones de dólares en los primeros 8 meses del año. Al tipo de cambio sacudido por Trump, hoy son 387 mil doscientos millones de pesos y falta el recuento final. Según banqueros, el dinero que nuestros paisanos mandan podría llegar a 25 mil millones de dólares al cierre de este año. Algo así como 550 mil millones de pesos.

Mientras tanto, en Estados Unidos, blancos y los demás seguirán gritando a media calle agudizando el racismo. Los nuestros aguantarán que les digan “Mexas” “pollos” “build the wall- build the wall” y saldrán a buscar los millones de dólares que significan el principal ingreso a la endeudada economía de nuestro país.

@Javier_Alatorre Conductor del noticiario estelar de Televisión Azteca.