1. Tras el primer debate, decepcionante para algunos, alucinante para otros, es obligado contrastar con los asuntos relevantes del país. Es de acotarse que quienes ganamos en el debate somos los ciudadanos, pues pudimos observar y conocer de mejor manera quiénes son y qué traen entre manos quienes aspiran al cargo de presidente de la República. Desde esta perspectiva, lo relevante no es qué tantos saltos o maromas dio cada quien en el show, sino qué propuestas y capacidades tienen para gobernar un país con las complejidades y problemas del nuestro, que de ninguna manera podrán resolverse con sortilegios o conjuros, sino que requieren la voluntad y capacidad de todos quienes lo integramos. El 1 de julio no estaremos eligiendo a un comediante, sino a un gobernante. 2. En este contexto, el perrepán Ricardo Anaya, sin duda buen fajador en la contienda y en el debate, no deja de ser un hábil demagogo que lo mismo se involucra en el tráfico de inmuebles que manipula a quien sea necesario para colmar sus planes, pues como le diría Margarita, transparente no es, honesto tampoco y sincero menos. Quien mostró el mejor bagaje y el temple necesario para gobernar es el ciudadano Meade, quien no ofrece reinventar el hilo negro ni descubrir el agua tibia, sino centrar el esfuerzo en la honestidad y su certificación, en la seguridad pública efectiva y nacionalmente garantizada, en la educación de calidad y cantidad con buenos maestros, el crecimiento con bases firmes, la apertura responsable de México al mundo, la generación de empleos, las finanzas públicas sanas y estables y el esfuerzo sin tregua contra la desigualdad y la pobreza. 3. Al señor López pudimos verlo como lo ambiguo y opaco que es, un gran vago de la política que ha sabido vivir del diezmo de sus seguidores y en una honestidad simulada dispersó sus bienes en el círculo familiar, al donar a sus hijos y consorte fincas y terrenos por montos insostenibles para quien no percibe ingresos. De sus propuestas que pudieran llevarnos a retornar al México de los años treinta se infiere que no entiende el México del siglo XXI, que requiere ser competitivo, innovador, eficiente y con crecimiento y bienestar suficiente para erradicar la dependencia y pobreza ancestrales. A Margarita se le ve congruente en sus valores si bien atrapada aún en la fractura provocada por las traiciones y afrentas del candidato perrepán, en tanto que El Bronco se pasó de tueste al proponer el retorno a las penas infamantes y violatorias de toda convención de Derechos Humanos y que serían insostenibles en cualquier país civilizado del mundo. 4. En este tráfago, la SHCP, por obligación normativa, presentó al Congreso los Precriterios de Política Económica para el ejercicio 2019 dejando ver que, al menos en el primer año, no se estaría considerando un escenario catastrófico… a menos que éste sucediera. En consonancia, Banxico ha reiterado que trabajará con el gobierno que resulte electo, subrayando que el país está preparado para manejar adversidad tanto en el TLCAN como en las elecciones presidenciales. El principal aludido en ambos casos podría ser “ya saben quién”. 5. Los inversionistas prestarán atención a toda posibilidad de controversia postelectoral, pues ello habrá de incidir en la volatilidad y en las expectativas económicas. El pronóstico de crecimiento del PIB para México se sitúa en un rango de 2 a 3% para 2018 y de 2.5 a 3.5% en 2019; la inflación general terminaría el año actual en 3.5% y 3% en el siguiente; se estiman ingresos con un precio de petróleo de 53 dólares por barril, con una producción de 1.983 millones de barriles diarios. El tipo de cambio estimado promedio sería de 18.40 pesos por dólar. ¿El encono valdrá de enviar al país al carajo?
¿A quién elegir?