1.
Como si del manual de Nacidos para Perder se tratara, cada vez más se cumplen los requisitos para una recesión global en este o el próximo año. El gobierno de la principal economía del mundo se encuentra empeñado en dinamitar la confianza y la certidumbre en las corrientes de transacciones, producción, intercambio y comercio que suelen caracterizar las etapas del desarrollo humano. El mercado, que junto con el Estado son las dos principales y finas hechuras de la modernidad, requiere de confianza entre los participantes como también de reglas claras, que todos estén dispuestos a cumplir y hacer cumplir.
2.
Tras la reunión de invierno del Foro Económico Internacional de Davos, Suiza, las estimaciones del crecimiento mundial fueron ajustadas por enésima ocasión a la baja, reflejando las fobias, temores y desconfianza entre las partes. De esta forma, el crecimiento mundial no da señales de recuperación, prevaleciendo los riesgos y la aversión a sus consecuencias, acicateadas por la ruptura de los acuerdos de posguerra en las relaciones internacionales por la administración Trump. El “comercio justo” no es sucedáneo del libre comercio, sino una suerte de proteccionismo en el que el ganador se lleva todo, con las reglas puestas para que el ganador sea Estados Unidos.
3.
Juegan en contra, además, otros aspectos que lesionan aún más la confianza y la certidumbre. La propagación de una nueva pandemia como el coronavirus de Wuhan tendrá, además del impacto en la salud pública, un efecto lesivo en la economía mundial conforme se propague y el miedo paralice a las sociedades; no en todas partes será posible aislar a millones de personas como en China y ni qué pensar si se cancelan eventos como los Juegos Olímpicos de Tokio, sin dejar de señalar el efecto devastador en países en vías de desarrollo, con mucho menores capacidades institucionales para hacer frente a esta emergencia mundial. Cosa de recordar que en 2009, el virus de la gripe aviar AH1N1 provocó una caída de casi 1% en el PIB mexicano.
4.
A ello se suma el impacto que el Brexit tendrá sobre el crecimiento de Europa, probablemente en cero durante este año crucial de la salida de Gran Bretaña, a lo que se añaden los riesgos geopolíticos del expansionismo ruso en el Este europeo como el activismo de Irán en el Oriente Medio. Nuevamente, la política de Estados Unidos al respecto es ambigua, pues ni por asomo busca contener a Rusia –ahí está el incidente del presidente Trump con Ucrania, país que ya sufrió la anexión de Crimea, al retener la ayuda necesaria para combatir a los separatistas prorrusos— como tampoco puede enfrentar a Irán sin arriesgar un escalamiento del conflicto que le obligue a enviar tropas masivamente en una guerra sin fin, ni pies ni cabeza. Más bien parecieran estar buscando desesperadamente salir por la puerta de atrás sin haber resuelto alguna de las contradicciones políticas y culturales que sin más enfrentan al Islam con Occidente en esa suerte de choque de civilizaciones descrita por Samuel Huntington hace tres décadas.
5.
Contrarrestar una recesión requiere de los operadores políticos la capacidad de construir confianza y respetar las reglas. En lo que viene en Estados Unidos, que son las elecciones presidenciales y la renovación del Congreso, es previsible una gran y agotadora batalla dentro de una sociedad polarizada en la cual una mayoría de ciudadanos no quiere la reelección del gobierno actual, pero los intereses corporativos y empresariales podrían darle otra vez los votos colegiales para que sin el voto popular, Trump repita en la Presidencia. Es decir, el espacio para prevenir una recesión es exiguo, cuando las decisiones por tomar pasarán por el tamiz de una contienda electoral polarizada y envenenada como la que se perfila.