El regreso del dragón

24 de Abril de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

El regreso del dragón

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1.

En estos días se estará firmando un avance o Fase Uno en la complicada guerra comercial entre Estados Unidos y China, que ha dislocado en buena medida las corrientes mundiales de intercambio y marcado el final de la era del libre comercio, hoy puesto en duda por la administración del presidente Donald Trump. El paradigma del libre comercio, impulsado por Estados Unidos en los últimos 40 años, ha sido drásticamente sustituido por la visión del “comercio justo” en beneficio del déficit comercial de este país, que ha buscado recuperar terreno con base en la imposición de tarifas aduaneras terriblemente discrecionales.

2.

Al trastocar las reglas, la administración Trump saltó de la búsqueda de competitividad y ventajas comparativas a las negociaciones en paquete, basadas en la balanza comercial, en la que si un país le gana comercialmente a Estados Unidos, deberá compensarle con tarifas o compras equivalentes. De esta forma, la búsqueda de competitividad basada en la innovación, la inversión o la oportuna disponibilidad de mano de obra o materias primas abundantes fueron sustituidas por las barreas arancelarias, una edición del viejo proteccionismo aplicado ahora en beneficio estadounidense.

3.

Ciertamente, China es de varias maneras un competidor desleal. El mercado chino no está abierto ni su moneda es convertible, desconociéndose su valor real al ser determinada la paridad por el banco central, que le manipula a conveniencia. Actualmente, el yuan o renminbi chino se estima en unas siete unidades por dólar. Aún cuando es un miembro formal de la Organización Mundial de Comercio y dice ser un partidario del libre mercado, es sabido que numerosos productos chinos no cubren los derechos de propiedad intelectual o bien son clones de otras marcas legalmente establecidas ni cumplen con las regulaciones internacionales ambientales o del trabajo, cuestiones que es imposible verificar en campo dado que se trata de un régimen cerrado y muy opaco en el cumplimiento de deberes y obligaciones.

4.

Si a esta cuestión se apareja el hostil enfoque comercial adoptado por la administración Trump, no es muy difícil comprender la complejidad del conflicto entre ambos países. De un lado, se tiene un sistema con una altísima competitividad basada en subsidios y elusión del pago de derechos y haberes (el chino) y del otro, una economía deficitaria comercialmente que busca equilibrar sus cuentas con reglas o tarifas compensatorias. En el caso de México y Canadá, Estados Unidos impuso un acuerdo comercial que esencialmente diluye las ventajas competitivas de sus socios, estableciendo reglas, cuotas y ventanas estacionales en beneficio de los productores y trabajadores estadounidenses.

5.

China dispone de mayor diversificación comercial con Europa, América del Sur, Asia Central y África —integra el grupo de los BRICS con Brasil, Rusia, India y Sudáfrica— haciendo difícil a la administración Trump imponer sus condiciones. Es por ello que debió zanjarse la cuestión mediante una tregua que al menos por este año reduzca las hostilidades. En este acuerdo temporal, China ofrece medidas compensatorias para adquirir hasta 200 mil millones de dólares de productos industriales y agrícolas estadounidenses a cambio de que no más aranceles a sus productos, es decir, se sostendrían las tarifas de 25% a 200 mil millones de dólares de mercancías chinas actualmente en vigor, pero se detendría la imposición de otras, en tanto prosiguen las negociaciones de fondo para una segunda fase que podría esperar después de las elecciones presidenciales de noviembre próximo. Así, Trump obtiene un hit que mostrar a sus bases electorales y las perspectivas de crecimiento y comercio mundiales podrían detener su deterioro. En todo caso, China vuelve a ser un fuerte competidor para México.