1.
Al momento, el simple análisis de los estudios demoscópicos publicados parece hacer notar el desánimo en que se desarrollan las precampañas que insólitamente realizan los precandidatos únicos. El promedio de encuestas sitúa los números virtualmente en tercios, con 29% para Morena-PT-PES; 25.4% para el frente Perrepán, y 25% para la coalición PRI-Verde-Panal, 8% para los candidatos independientes y sólo 12.6% de indecisos.
Desde diciembre, cuando se definieron las precandidaturas únicas en cada una de las principales formaciones políticas, estos números no han variado, se mantienen, dicen los analistas, como “electrocardiogramas de difunto”, lo que haría pensar en un virtual estancamiento hacia la pausa de medio término, previa al arranque de las campañas constitucionales en abril.
2.
De una u otra forma, lo que se está viviendo es el reacomodo de las élites políticas en el proceso de selección de candidaturas al Congreso y a las nueve entidades que habrán de renovar gubernatura, en donde se perciben aún rupturas y brincos de aspirantes fallidos en un partido para pasar a otros en mejores condiciones. En estos corrimientos destaca la acción pastoral de Andrés Manuel López Obrador, convertido como está, en un pescador de ilusiones en el que caben todas las posibilidades.
Estos números muestran que la campaña del PRI-Verde-Panal tendrá que correr mucho más que los otros para rebasarles, dado que regional y nacionalmente estaría arrancando en la tercera posición, por ello deberán hacer cosas verdaderamente excepcionales en los próximos meses.
3.
En ese contexto de duelos numéricos y mediáticos sucede un fenómeno que siendo público no debiera dejarse pasar por alto, al irrumpir de nueva cuenta y de manera ostensible el manejo de encuestas cuchareadas y propaladas por la red community de un candidato presidencial.
En esta ocasión, el candidato de Morena difundió abiertamente una supuesta encuesta de Gabinete de Comunicación Estratégica, situándolo en 49% de preferencias frente a 25% del Perrepán y 20% de José Antonio Meade. Inmediatamente desmentido por GCE, sin rubor, como lo hiciera en la elección del estado de México cuando truquearon una encuesta de Consulta Mitofsky para dar ganadora a Delfina Gómez, Andrés Manuel simplemente resbaló las críticas diciendo que él la había tomado de un enlace en la red que alguien posteó.
4.
Estas son las encuestas Manuelovich, las que Andrés Manuel siempre tiene a la mano, las que le dan como ganador de la elección y del arroz cocido, las mismas que suele utilizar para decidir las candidaturas “a lo Sheinbaum” —y si no, que lo diga Ricardo Monreal—.
5.
Alguien debería ya hacer algo, sea el INE, inmóvil y cegado como se encuentra para no actuar ante los actos de campaña que se cometen todos los días en las precampañas supuestamente dirigidas a los militantes de los partidos postulantes, o bien, la Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado y Opinión Pública (AMAI) para llamar al orden sobre el uso impoluto que intencionalmente se está dando a las mediciones demoscópicas, que indudablemente suelen tener impacto en la formación de opinión de los electores.
Las Encuestas Manuelovich son de esperar que sigan alimentando el aire de triunfo de Andrés Manuel, propalando y filtrándose en las redes sociales, dado que el propósito de las mismas es desinformar y confundir. Si en algo ayudan los rusos no será con el oro de Moscú, sino con la aportación que han hecho a las campañas sucias para producir y difundir estos libelos. No es un asunto menor, pues ya circula por ahí el argumento de un monumental fraude, hasta “golpe de Estado técnico” le han llamado, en caso que Morena perdiera las elecciones.