Indignación y luto

23 de Abril de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Indignación y luto

luis_m_cruz

1.

El discurso de odio, esa arma moderna en las democracias contemporáneas, sigue cobrando víctimas en la sociedad norteamericana. Ciertamente, en Estados Unidos están en marcha las precampañas electorales, en las que nuevamente las palabras están cargadas de ira, de violencia y de desaprobación a los adversarios como el mejor recurso para atraer el respaldo y la atención de los votantes mediante las siempre polémicas redes sociales.

El discurso xenófobo o racista es propio de las sociedades cerradas, de los países proteccionistas, que suelen mirar en los extranjeros y en quienes son racialmente diferentes el origen de los males. El presidente Donald Trump llegó al poder con un discurso antimexicano que le llevó a endurecer la política migratoria y a impulsar la construcción de un muro en la frontera sur, argumentos muy pronto trasladados al comercio y a exigencias de colaboración externa en la contención de migrantes y el trasiego de drogas.

2.

La preocupación de los estadounidenses, sobre todo la población wasp (white, anglosaxon and protestants) por eventualmente quedar en minoría ante la inmigración de latinos fue teóricamente abordada por el célebre profesor Samuel Huntington en el ensayo El desafío hispano publicado hace una veintena de años en el que señalaba el riesgo de una “reconquista demográfica” de las zonas arrancadas a nuestro país en el siglo XIX; Huntington advertía de la resistencia de los inmigrantes de origen mexicano a fundirse con la sociedad genérica estadounidense, pues mantenían sus costumbres, idioma y religión lo que resultaba contrario a la asimilación de culturas preconizado por otras migraciones en la historia del país del norte.

3.

Todo ello subyace en las razones esgrimidas por el perpetrador de la masacre en Laredo, Texas, el supremacista blanco Patrick W. Crusius, quien como muchos de su calaña ha esgrimido públicamente el odio a los “invasores hispanos”, que suponen un riesgo para la nación estadounidense. La tragedia de El Paso ha generado una unánime condena, al igual que otras muchas masacres perpetradas en los Estados Unidos por los más disímbolos motivos, facilitadas desde luego por el libérrimo acceso a las armas, derecho constitucional y casi un culto en Estados Unidos, mediante el cual es posible que cualquier enfado personal desencadene un tiroteo y tragedia múltiple de este tipo.

4.

El fundamentalismo supremacista y el fácil acceso a todo tipo de armas resultan una mala combinación en tiempos electorales, que es cuando resurge la polarización política y se transfiere a los grupos de apoyo, algunos de ellos seriamente radicalizados. ¿Cómo creerle al Presidente Trump la condena a los fanatismos, el racismo y el supremacismo blanco, cuando al mismo tiempo responsabiliza a otros, sobre todo a los medios, de la ira y furia desarrollada en los últimos tiempos? ¿Y cuando relaciona lo que hay que hacer con la política partidista, al responsabilizar a sus adversarios demócratas por alcanzar un acuerdo amplio para establecer controles más estrictos a quienes compren armas y con la reforma para endurecer leyes de inmigración más eficaces y severas?

5.

Definitivamente, la mejor manera de atajar los tiroteos y las muertes sin sentido, sea por las referidas causas o por la expansión de la violencia de las armas a territorio mexicano, pasa por el control efectivo de su venta y posesión, como también es necesario moderar el discurso y realmente reducir la violencia verbal prevaleciente, precursores indudables para pasar, desgraciadamente, de las palabras a los hechos.

Señor Presidente Trump: en EU y México hay indignación y luto; respetuosamente, controle las armas y la violencia verbal y habrá, ciertamente, acabado con las matanzas sin sentido en nuestros dos países.