1. El exbanquero central mexicano, Agustín Carstens, ironizaba hace poco más de un año sobre la pesadilla en que podría convertirse la relación con los Estados Unidos de ganar Trump la presidencia estadounidense. “Sería una película de horror”, decía. Pues bien, pareciera que el banquero se quedó corto.
2. Aprobada en ambas Cámaras legislativas de los Estados Unidos, la reforma fiscal norteamericana amenaza con convertirse en un factor perturbador para nuestro país y el mundo, mucho más lesiva que otras amenazas a la estabilidad y predictibilidad económica. Ha sido aprobada esencialmente la mayor reducción de impuestos desde la Gran Depresión, que si bien aún debe armonizarse, es posible que entre en vigor a más tardar en un año. El reducir la tasa corporativa de ISR al 20% provocará una fuga de capitales hacia los Estados Unidos realmente sin precedente.
La amenaza que representa el no aprobar el retiro de los Estados Unidos del TLCAN se estima superable para la economía mexicana que podría sobrevivir con las reglas de la OMC; sin embargo, el vuelo de inversiones, capitales, empresas y empleos de México a los Estados Unidos podría implicar en un primer choque la pérdida de 2% del PIB, para pasar a ser una debacle no sólo impositiva, sino de viabilidad económica.
3. El proyecto, una vez conciliado entre ambas Cámaras, podrá ser aprobado por los republicanos sin el voto de los demócratas, si bien éstos están negociando alguna inclusión para reducir el impacto en el déficit de un billón de dólares que habría de provocar tal menoscabo, que se esperaría fuera financiado por el vuelo de las inversiones y empresas hacia este país.
Cuando esto haya sucedido, México no tiene un plan “B”; nada ni nadie había imaginado que tal cosa habría de suceder; que el terrible presidente Trump tendría éxito al desamarrar las amarras y desandar el camino de la globalización.
4. La desglobalización está en marcha; podrá restablecer el proteccionismo y nativismo de los Estados Unidos, podrá desregular la banca y las finanzas de Wall Street, podrá establecer el “comercio justo” ajeno al libre comercio que fue la panacea de la globalización; pero el incentivo de los bajos impuestos es una amenaza mayor para el mundo actual. El principio es muy miltoniano, al estilo de la escuela de Chicago; apuesta al crecimiento de la economía, a dejar más dinero en los bolsillos y tesorerías de las empresas, y sobre todo, a un Estado mínimo, a un Estado muy diferente del de bienestar, que ha sido la promesa de la modernidad.
5. La mejor oportunidad para México podría ser que Donald Trump perdiera las elecciones intermedias o bien, que fuera destituido por las complicaciones de la conexión rusa y que un eventual sucesor quisiera reconstruir el liderazgo estadounidense en el mundo.
Entretanto, tras cinco rounds, el futuro del TLCAN es sombrío, el muro en la frontera mexicana va y el acoso a los migrantes prosigue. Nada parece importar ya en la lógica del gobierno republicano, ensoberbecido por el eventual triunfo de la reforma fiscal, el apoyo de Wall Street y las ganas escasas del establishment por enjuiciar a quien está desmantelando el “gran Estado” pronosticado por Thomas Piketty como inevitable. Esta vez, la rueda de la historia podría estar girando hacia atrás.