Un mundo sin los Estados Unidos

25 de Abril de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Un mundo sin los Estados Unidos

LUIS M CRUZ

1. El triunfo de Donald Trump, con el populismo de derecha que busca arrebatar a otros la gloria americana, habrá de incidir en las reglas del comercio con una política industrial proteccionista aún por asumir, pero también al obligar a los otros poderes mundiales a repensar el orden vigente.

2. Hasta el momento, los Estados Unidos han sido el gran superpoder vencedor de la Guerra Fría, actor principal en todos los escenarios mundiales; es miembro fundamental de la OTAN, mantiene una cierta ocupación militar en Alemania y Japón asumiendo roles en la defensa y desmilitarización de estos países, útiles en la derrota de la Unión Soviética pero no tan eficaces frente a Rusia, además de su preeminencia en el sudeste asiático y América Latina.

En lo económico, los Estados Unidos siguen siendo el principal mercado del mundo, pero ya no el único, pues el de la Unión Europea casi le iguala en capacidades, como también el del Sudeste Asiático y la Cuenca del Pacífico.

3. Ya desde hace un par de décadas, distintos centros de pensamiento han imaginado cómo sería un mundo sin los Estados Unidos. En los propios Estados Unidos, se ha hablado de la era post Americana, en “The Rise of the Rest” (el ascenso de los demás), el editor de Newsweek International, Fareed Zakaria, vaticinó que los Estados Unidos tendrían aún una posición preeminente en términos militares y educativos en el siglo XXI, pero el resto del mundo también se habrá desarrollado como resultado de los últimos 70 años; en todo caso, dice Fareed, Estados Unidos deberá recuperar la legitimidad del liderazgo en el mundo libre que tenía antes de la gestión de George W. Bush, que es cuando comenzó el ciclo de las nuevas guerras de intervención ahora en el mundo árabe.

4. En Europa, Robert Fossaert (“El Mundo en el Siglo XXI”, 1994) ya imaginó la incapacidad de los Estados Unidos como potencia hegemónica tras el hundimiento del sistema soviético en 1991. Una nueva era estaría por venir, en donde o se vivirían crisis y conflictos intermitentes, o bien, surgirían otros centros de poder, sobre todo la Europa Comunitaria, más libre que nunca.

“La contradicción actual no se va a resolver –sostiene Fossaert—ni por la sumisión duradera del mundo entero a la voluntad norteamericana ni por la conversión súbita a una sana concepción de la ley internacional. Ella tendrá que ser tramitada y negociada a través de crisis repetitivas, crisis ligadas al ascenso en poder de China, de Rusia, del Japón, de Corea, de la India, de Brasil y puede ser, de México, a los que se unirán más o menos otros Estados emergentes –o arruinados por el juego actual de las finanzas internacionales y del mercado mundial--; crisis ligadas igualmente a los sobresaltos de una Europa que, más allá de un mercado liberal, se ha dotado de una moneda única, que trata de constituir un ejército poco “otanizado” o sin los americanos en la OTAN, que comienza a defender con las uñas y dientes sus particularidades culturales y su mercado; en suma, que ve madurar su necesidad de autoridad política propia.

“¿Qué vendrá después? Será cuestión de relaciones de fuerza”, concluye Fossaert. Como en el “Far West”, es decir, no exenta de costos si es que se quiere hacer valer la ley del más diestro o el más fuerte.

5. En este contexto de desafíos globales, un país como el nuestro, que se ubica entre los diferentes centros de poder, requiere alinear su destino con el de otros que le permitan compensar la asimetría de su relación con los Estados Unidos. Es el México entre guerras, con Venustiano Carranza o Lázaro Cárdenas a la cabeza, que habrá de requerir un liderazgo excepcional para no ser subordinado ni palero.