“Pinche mañana de Reyes…” en Veracruz

23 de Abril de 2024

“Pinche mañana de Reyes…” en Veracruz

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El Puerto vivió una jornada inédita, con protestas, cierre de calles y carreteras, psicosis y saqueos

Fotos: Donna Leigh

Jair Avalos | Corresponsal

Veracruz, VER. Eran las nueve de la mañana y el Puerto Veracruz estaba desierto. En el Gran Café de la Parroquia sólo se podía desayunar café, pan, huevos y chilaquiles; los otros 200 platillos no estaban disponibles, porque los cocineros no pudieron llegar y no había insumos suficientes por los paros y bloqueos.

-- Manito, ¿me traes una quesadilla con chorizo? – pidió una comensal -- A su… nomás quedan huevos y creo que café y pan. Y no demorando vamos a cerrar porque casi no hay gente – respondió el mesero encogiéndose de hombros. Los 200 platillos del café, se redujeron a sólo cuatro.

Foto: Donna Leigh

En las últimas 24 horas, las tiendas en las zonas comerciales de la ciudad habían sido saqueadas. Por eso en la mañana los empresarios bajaron sus cortinas durante todo un día por temor a que llegaran hordas de personas a robarles.

En Veracruz se juntó todo el 5 de enero: el cierre de carreteras, un paro de transporte urbano y suburbano, de taxistas y transportistas, una ola de saqueos en tiendas comerciales que dejaron, según la Canaco Veracruz, mil millones de pesos en pérdidas en 150 locales.

Foto: Donna Leigh

Para la mañana, las calles se habían quedado con un sabor amargo. Los negocios en el centro de la ciudad estaban cerrados. Muy poco laboraron. Ni siquiera estaban los comerciantes informales de costumbre. Ni transporte. Más bien había pedazos de muebles, computadoras, retazos de ropa, vidrios regados y vitrinas rotas. Esta vez, en el día de Reyes, en el corazón de Veracruz no había la acostumbrada algarabía de la gente, muy pocos transitaban. Tampoco la música de siempre, el son jarocho, la marimba o los mariachis.

La sensación era de miedo y desamparo.

Todo en familia

Las escenas de 48 horas antes fueron inéditas en Veracruz. Familias completas entraron a Chedraui, Walt-Mart, Sam´s y Bodega Aurrera, y se llevaron cargando entre uno o dos personas, o hasta en carritos del propio súper, muebles, electrodomésticos, comida, bebidas y aparatos electrónicos de todos tamaños. En cada barrio de la ciudad de Veracruz no hubo un Oxxo que no fuera saqueado. Una niña ayudaba a su papá a cargar un triciclo con juguetes en la bodega de Chedraui Coyol, al poniente de la ciudad. En Walt-Mart Norte una anciana ayudaba a su hijo a cargar una pantalla LED de 50 pulgadas con un valor de 8 mil 999 pesos. Productos que, con recursos propios, difícilmente podrían adquirir.

Foto: Donna Leigh

Durante la noche del cuatro de enero y todo el día siguiente, cientos de personas vaciaron tiendas sin pagar nada. Eran familias enteras que llegaban a saquear. Nadie dijo en las convocatorias que el movimiento era contra el gasolinazo, era aprovechar el momento, pues no había nada que perder y la autoridad estaba ausente.

Jóvenes llegaron a las bodegas de juguetes de Chedraui, llevaban sus uniformes escolares. La rapiña no respetó ni edad ni sexo, ni profesión ni clase social, pues comenzaron a llegar en camionetas de modelo reciente para cargar todo tipo de mercancía.

Foto: Donna Leigh

Los datos de la Secretaria de Seguridad Pública revelan que la gran mayoría de los detenidos vienen de los barrios más pobres, las favelas veracruzanas: la colonia Caballerizas o Las Reservas, colonias con pocas oportunidades, sin drenaje, sin calles pavimentadas, casi sin esperanza.

En los disturbios se podían identificar una cierta organización y dos tipos de personas: un grupo en el que los primeros eran los que daban los cristalazos y hasta se enfrentaban a los policías; luego llegaban con carretillas o triciclos y respaldaban a los primeros, por lo general eran mujeres, jóvenes o niños. Y finalmente el otro tipo de personas eran los que pepenaban, esos que curioseaban y aprovechaban la oportunidad para entrar y surtirse.

saqueos_Veracruz_1_Jair_Avalos Foto: Donna Leigh

Lo peor de todo es que gente sin necesidad, con un buen trabajo y buen salario se prestó al robo. En las colonias clasemedieras de Veracruz se podía ver a la gente meter pantallas, aparatos de sonido, computadoras, tablets a sus casas.

“Coño hasta con carretillas, los niños llevaban cubetas. De verdad se quedan sin madre”, dice Mónica una vecina de la Colonia El Coyol. “Mira la verdá no vale la pena arriesgar la vida por tan poco (…) robaron Famsa, robaron Chedraui, el Coppel, el Banamex y al rato qué. Todo lo mal habido sal y agua se vuelve”, alega.

Nunca antes

Foto: Donna Leigh

Las corporaciones de policía no se daban abasto. A cada punto llegaban dos patrullas con 30 agentes para enfrentarse a un promedio de 150 personas por tienda.

Aunque en los centros comerciales más grandes llegaban más patrullas, todo era inútil: había más gente robando que policías, soldados o marinos.

Los agentes disparaban al aire para dispersar a la gente. Pero como las balas no dañaban a nadie, cual ratones a su ratonera, los ladrones huían y regresaban de nuevo empujando a los oficiales de sus puestos. La adrenalina que se generó ante el robo colectivo podía olerse, en el ambiente. Entonces los balazos tuvieron un efecto contrario, no dispersaban a la gente sino la enardecían.

Foto: Donna Leigh

Rosa, de 53 años, dice que en Veracruz eso nunca había pasado, “eso era cosa de Oaxaca, de Chiapas, pero en Veracruz la gente no era así. No la reconozco”.

Y era cierto. Nunca antes, de forma generalizada, se habían escuchado en las calles veracruzanas gritos, arrancones de los autos, sirenas y disparos a lo lejos. Las noticias confirman entonces dos hombres muertos. Fue algo extraño, una camioneta blanca llegó a donde estaban y los asesinó, los vecinos dijeron que eran ladrones. Se desató la psicosis. En esas 24 horas, a través de los chats circulaban todo tipo de versiones e imágenes falsas, suficiente para que muchos vecinos se encerraran en sus casas. “No vayas a abrir si tocan la puerta y están llorando”, te dicen por WhatsApp. Las autoridades ya ni responden el 089 o el 066 de emergencias, responden que “no se dan abasto en las centrales de control”.

Un poco de orden

Los operativos poco a poco, muy poco a poco, regresaron el orden, pero no la paz. Los locatarios abrieron este viernes 6 de enero aún con temor. Los patrullajes por las calles se intensificaron.

saqueos_Veracruz_Jair_Avalos Foto: Donna Leigh

“Nomás nos falta que venga otro paro de camiones y otro gasolinazo”, dice el “Güero” de las tortas de Esteban Morales, sin saber que para el 3 de febrero aumentará de nuevo la gasolina y el lunes 9 habrá otro posible paro del transporte.

Rosa viaje en su automóvil blanco y recorre su barrio. Está sorprendida de ver en todas las calles los comercios vandalizados, extrañamente sólo un Oxxo quedó intacto. “Mira nomás. ¡Mira, que cosa! Esta no es mi gente, el jarocho es noble, es cariñoso, es abierto. No son gente ratera...”

Sigue manejando y cuenta que vio como los padres saqueaban los juguetes de las tiendas, algunos acompañados de sus hijos. “Carajo, que ejemplo dejamos a nuestros hijos. Hasta donde ha llegado esta campaña de odio que ha llevado a Veracruz a este nivel. Y el pinche gobierno indolente a estas expresiones. Qué será de nosotros, de nuestros nietos, de nuestra comunidad”. -- ¿Tanto así?, se le interrumpe. -- Sí. Tanto que criticamos a (el gobernador Javier Duarte), por ser un ruin, un ladrón, un corrupto y nosotros caemos en lo mismo. A mí ya me ofrecieron mercancía robada, que chinguen a su madre. Imagínate que ejemplo. Pinche mañana de Reyes, enseñar a tu hijo a robar…