Agradecimiento

19 de Abril de 2024

Ana Saldaña

Agradecimiento

ana saldana

El jueves 23 de noviembre se celebró el Día de Acción de Gracias en los Estados Unidos. En lo personal, este festejo inmediatamente me hace pensar en grandes banquetes. Mi mente se inunda con recuerdos de los aromas del pavo, de los purés de papa, del camote y del delicioso pay de calabaza de mi mamá. También de la gente con quien a través de los años he compartido mi mesa: mis abuelos, mi familia y mis amigos. Pero más allá de mis memorias personales, lo más importante para mí es la oportunidad de reflexionar y agradecer la abundancia recibida durante el año.

Me encanta la idea de asignar un día al año para dar las gracias más allá de tu religión, creencias personales u orígenes. Es una celebración que surge de la historia de una Nación. Sólo en los Estados Unidos, se estima que 90% de sus habitantes celebran el Día de Acción de Gracias.

¿Pero de dónde viene esta tradición? Te cuento brevemente la historia. En 1620, el barco Mayflower dejó Plymouth, en Inglaterra, con agrupaciones religiosas que buscaban un lugar donde pudieran libremente ejercer su culto e individuos que buscaban prosperidad en el Nuevo Mundo, conocidos como pilgrims (peregrinos). Al llegar a América, se establecieron en Massachusetts y fundaron una nueva ciudad llamada Plymouth. El primer invierno arrasó con casi la mitad de las personas que habían migrado, producto de sus condiciones precarias (vivían todavía en el barco) y la falta de sustento. Fueron los indios nativos quieres les enseñaron cómo sobrevivir en este nuevo mundo: a cultivar el maíz, extraer la miel del maple, pescar y evitar las plantas venenosas. En noviembre de 1621, tras la primera cosecha exitosa de maíz, los pilgrims celebraron con un festín invitando a los indios nativos. Por más de dos siglos, algunas colonias y estados, celebraban este día, pero no fue hasta 1863, cuando Abraham Lincoln proclamó un Día de Gracias nacional, que se celebraría el cuarto jueves de cada noviembre en todo el país.

Foto Especial

Esta festividad nos conecta una vez más con la tierra, con la fuente de nuestros alimentos, con los ciclos agrícolas, la estacionalidad de los productos.

En México también nuestros antepasados estaban agradecidos con la tierra y sus frutos. Los mayas, celebraban la ceremonia del Jo’olché’, en la cual agradecían el trabajo de los señores de la lluvia presentándole al Máximo Dios ofrendas del maíz nuevo. Los aztecas, tampoco se quedaban atrás, en el Cerro Tlalocan le pedían al Dios Tláloc un buen año, ya que el maíz que habían sembrado estaba nacido. El ritual venía acompañado del sacrificio de un niño y ofrendas de distintos tipos de comida.

Hoy, en la actualidad, la gratitud, es fuente de estudio de la psicología positiva. Desde una perspectiva científica, no es solo la acción de decir gracias, sino que es una emoción positiva que tiene un propósito, asociada con bienestar, mejores relaciones interpersonales, optimismo, felicidad, tolerancia, salud física y emocional y en general desarrollar empatía que te permitirá vivir una vida más plena.

Por eso este año además de agradecer que pude pasar el Día de Gracias con familia y amigos, también agradezco la abundancia en mi vida, la salud y el amor. Agradezco lo lleno que está mi corazón de las enseñanzas y experiencias que viví con mis familiares queridos que ya no están y la bendición de contar con los que están. El poder contar con un círculo de amigos queridos. La copiosidad de alimentos e historias que día con día puedo escuchar en mi profesión. La fortuna de dedicarme a mi pasión y a lo que me gusta. También quisiera agradecerte a ti, que leas esta columna cada semana y extender mi gratitud a los queridos lectores que se toman su tiempo de escribirme, de comentar los puntos, de seguir enriqueciendo las ideas que plasmo cada semana en este espacio. Por eso, lo único que me queda decir hoy es: ¡muchas gracias! e invitarte a por lo menos un momento, también reflexionar sobre todo lo que hay que agradecer.

Espero que tengas un maravilloso día y recuerda, ¡hay que buscar el sabor de la vida!