La próxima semana seguramente los restaurantes se llenarán de familias festejando a mamá, las florerías harán su agosto cobrando precios desorbitantes por flores y seguramente más de una mamá recibirá de regalo algún electrodoméstico, a pesar de que es un secreto a voces de que es justo lo que no hay que regalar. Parecería imposible poder escapar de algún cliché en este día.
Todos caemos en el inevitable estrés de encontrar el regalo perfecto o de conseguir la reservación en su restaurante favorito. Pero muchos olvidamos el porqué de este día. Tratamos de ignorar que el punto fundamental de este festejo es reconocer a la madre. Lo cual sea dicho y también es algo que todos hemos escuchado en algún momento: no debería solo ser un día al año, sino todos los días.
Es impresionante ver como las mamás se desdoblan en miles de personalidades y roles. No hay un molde único. Hay madres trabajadoras, solteras, las dedicadas tiempo completo a la crianza de sus hijos, profesionistas, la lista es interminable. Cada hogar tiene una versión única y auténtica.
En lo personal en la repartición de madres, me fue muy bien. Estoy consciente y agradecida de que mi mamá contribuyó a enseñarme a ser independiente, a no tener miedo de tomar decisiones y asumir los éxitos y a veces porqué no, también descalabros. De tener confianza en mi misma y vivir una vida honesta, amar a los que me rodean, a perseguir mis sueños y entender el valor del trabajo. Muchas veces es más fácil buscar fuera de casa a esas personas que te inspiran y tener ceguera de taller, perdiendo de vista la importancia que tiene tu madre en tu vida y el papel que ha jugado en la persona que eres tu hoy.
Así, más allá de festejarla por un día o buscar esa foto para subir a tus redes sociales, recomendaría aprovechar esta fecha para pausar y pensar en lo que hay que agradecerle a tu mamá y decírselo. En lugar de tomarte el tiempo para ir a comer un par de horas a un restaurante o buscarle un regalo cualquiera, busca hacer algo memorable. Aléjate de los momentos pasajeros sin importancia y festéjala con algo que le diga lo vital que es para ti.
El 10 de mayo es una oportunidad para agradecer más que festejar. Más allá del presupuesto de uno, se trata de hacer algo que le guste a tu mamá. Tal vez es prepararle su desayuno preferido o hacerle una comida en la que la sazón principal sea el cariño y el objetivo primordial sean momentos llenos de alegría. Abrir espacio en tu agenda para visitar su museo favorito o practicar con ella su pasatiempo predilecto. Más que regalos, es dedicarle tiempo para disfrutarla. La manera de hacerlo finalmente dependerá de ella, su versión única y auténtica que seguramente disfrutará un festejo a la medida que asegurará que este día en lugar de ser un festejo aislado un día al año, perdure en la memoria de todos.
Espero que tengas un buen día y recuerda, ¡hay que buscar el sabor de la vida!