Plagio, “error de estilo” y trincheras de guerra

18 de Abril de 2024

Salvador Guerrero Chiprés

Plagio, “error de estilo” y trincheras de guerra

Salvador

De nueva cuenta, evidencia periodística dirigida contra el presidente Enrique Peña Nieto exhibe contundentemente el modelo de comunicación predominante y nuestra polarización nacional.

El día en que el presidente invita, durante la inauguración del ciclo escolar a educar y dialogar a la CNTE, capaz de subvertir el control del gobierno al menos en tres entidades; cuando se inaugura una nueva etapa de los noticieros de Televisa; cuando el nuevo dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa, intenta dar credibilidad a un nuevo posicionamiento de ese partido en contra de la corrupción; en el momento de menor credibilidad del presidente, Aristegui le entrega municiones para la guerra a los simpatizantes de los aspirantes opositores al PRI.

El equipo de Carmen Aristegui mostró desde este domingo evidencia sobre el plagio en que incurrió, de acuerdo a lo que los documentos ofrecidos muestran, el aspirante a la licenciatura en derecho por la Universidad Panamericana, el aspirante Peña Nieto hace 25 años. La evidencia es precisa, es exhaustiva, está documentada con precisión.

Reforma, uno de los diarios con mayor independencia editorial del país, difundió la información en cumplimiento al acuerdo de colaboración que sostiene con Aristegui Noticias. No encuentro, a la hora de escribir este comentario, otro medio impreso de influencia nacional que haya retomado la información. Incluido La Jornada.

Es cierto que Aristegui omite publicar información dirigida contra Andrés Manuel López Obrador, como se discute y afirma prolijamente en redes sociales, con la misma intensidad como se defiende a la comunicadora y a su vínculo con AMLO.

Es probable que la agenda política de los periodistas nuble o condicione su labor periodística. Es cierto, también que lo publicado por Aristegui “es nota”, es decir, es documento de circulación periodística que tiene sustancia.

Apoyada en su independencia editorial que es lo mismo que decir de su relativo alejamiento del modelo de comunicación dominante, el equipo de Aristegui ejerce su manera de entender el periodismo, siempre sujeto a las probabilidades reales permitidas por el contexto, aún corrompido, convencional y antidemocrático.

Es un hecho constitutivo del sistema político mexicano que los medios de difusión, en un porcentaje superior al 90% sobreviven, en lo fundamental, de la aportación de los gobiernos federal y estatales que, a su vez, discrecionalmente, distribuyen los recursos del erario mediante la compra de publicidad.

Está claro, y así ha sido demostrado a lo largo de décadas, que los medios deben relacionar su independencia periodística con un ingreso que se divida con equilibrio entre una fuente de publicidad comercial, difusión institucional y venta al público, incluidos los suscriptores.

Ello no se ha intentado realizar en México porque, de inmediato y al final, a los dueños de los medios y a quienes controlan el erario les conviene llegar a acuerdos privados para sostener un modelo de comunicación que negocia la independencia editorial con mayor o menor cinismo clandestino.

De otra manera, deberían exhibirse calidad y cantidad de las audiencias, lo cual ciertamente, sigue siendo evadido en la totalidad de los casos especialmente de los medios convencionales, Reforma incluido.

Al mismo tiempo, el mercado mexicano ha crecido de tal manera que permite que desde dentro del sistema voces como la de Aristegui hayan existido y existan, lo cual, creo yo, debe ser bienvenido. A ese nicho de mercado se le llama hace casi dos décadas “el círculo rojo”. Sería también deseable que Carmen publique algo respecto de AMLO con quien es evidente que se niega a ser igualitariamente crítica.

La Presidencia de la República responde a la publicación en que se acusa plagio de Peña Nieto con la idea de que el entonces estudiante y hoy presidente, “cumplió con los requisitos” y, ni modo, se ve tentada y sucumbe a la tentación, de tratar de minimizar y esconder el tema bajo la cubierta de que “errores de estilo” es una forma nueva de llamar al plagio.

A ver si la Universidad Panamericana dice algo sobre plagio de EPN, ante la violación del artículo 114 del reglamento interno de tesis, o nuestra UNAM por favor, al hablar sobre plagio, u otros personajes semejantes, dicen “esta boca es mía”. O, en la otra trinchera, a ver si leemos pronto lo que puede investigarse sobre AMLO en el portal de Aristegui.

Sí claro.