Pluralidad y democracia

19 de Abril de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Pluralidad y democracia

elecciones

Las elecciones significan un mandato para seguir al paso lento de las reformas estructurales o podrían ser una oportunidad para corregir el rumbo y acelerar el paso en busca de mejores resultados.

1. Hacia una nueva gobernabilidad.

Definitivamente, el gobierno y el partido gobernante se montaron sobre la ola electoral, asumiendo la legitimidad proveniente de la pluralidad en las elecciones.

Los resultados obtenidos en stricto sensu podrían ser considerados mediocres, si bien todavía sorprendentes. En la elección federal, el porcentaje de votos para el PRI cayó al 29 por ciento, representando 10.2 millones de votos, 2.5 millones menos si se comparan con los obtenidos en 2012; para el PAN, que recobra el segundo lugar, representan el 20.8 por ciento de la votación, siendo 7.4 millones de sufragios, con una pérdida de 2.2 millones de votos entre elecciones.

En tanto que para la izquierda, la partición de sus preferencias entre tres opciones es notoria; el fragmento mayor le correspondió al PRD, que obtuvo 10.8 por ciento de los votos, en tanto que el partido Morena obtuvo el 8.3 por ciento y el Movimiento Ciudadano el 5.9 por ciento, en conjunto, 9.2 millones de votos que, de haber ido unidos, habrían superado con mucho a la derecha pues juntos suman el 25 por ciento.

Para el Partido Verde, finalmente, después del intenso golpeo al que fue sometido para contenerle, fue el 7 por ciento de las papeletas, siendo 2.45 millones de preferencias. Lo relevante en todo caso es que las tres principales fuerzas políticas perdieron votos en la elección federal.

En lo que se refiere a las elecciones en los Estados que incluyeron al gobernador, salvo Baja California Sur y Campeche que permanecieron en los partidos que les gobernaban con holgura, en los demás la competitividad fue elevada y se vivieron varias alternancias, significativamente en Sonora, bien recuperada por el PRI (y por Manlio Fabio Beltornes), así como Guerrero, San Luis Potosí y Colima, estos dos últimos reñidísimos, sobresaliendo la pérdida de Nuevo León a manos del “independiente” ex priísta “El Bronco” Jaime Rodríguez, así como el descontón panista en Querétaro, prácticamente por knock out. Para el PRD, un logro solitario en Michoacán les permite alzar la mirada, sobre todo tras su debacle en el Distrito Federal, en donde Morena les arrolló, y su caída en Guerrero, arrastrado por todas las implicaciones de los desaparecidos de Iguala.

2. Asumir la legitimidad democrática.

Es esta competitividad y diversidad electoral la que permite al gobierno federal desarrollar y asumir la narrativa de la legitimidad democrática: ganó la democracia, los ciudadanos sufragaron relativamente en paz (con incidentes en Oaxaca, Guerrero y Chiapas) y el ascenso de los candidatos independientes, sobre todo en Nuevo León, le permite demostrar que se compite y se respeta al ganador. Hubo realmente lenguaje de civilidad entre “El Bronco” y el Presidente de la República, quienes ofrecieron cooperar en beneficio de los neoleoneses, si bien la venganza se huele en la entidad, al declarar el independiente que habrá de investigar y castigar en su caso, las imputaciones de corrupción al gobernador Rodrigo Medina y equipo.

Es así como el Presidente de la República salió al viejo mundo en un auténtico tour de legitimidad democrática, que le permitió disipar dudas sobre la viabilidad del país; en este sentido, la democracia salvará a México y los cauces ciudadanos le permitirían renovar el ambiente político, fuertemente cargado de pérdida de credibilidad y de eficacia.

Ahora, la opinión de los medios internacionales es que nuestro país superó el desafío democrático, por más que algunos analistas señalarán que, como hace décadas, el país debió estar en riesgo para que la normalidad democrática fuera una vez más la nota principal, como un país de incipiente modernidad en el que la democracia y la estabilidad están todavía en riesgo.

3. Arrancó la Sucesión Presidencial.

Ya nadie la podrá parar. De inmediato, en el balance de poder, se presentan los factores para conocer de qué manera el sistema político todavía centrado en el Presidente de la República habrá de manejar la sucesión presidencial, que aún sin terminar de refrendar los votos se ha hecho presente en la realidad política.

De manera señalada, las diferentes lecturas de los resultados abonan en uno u otro sentido; el que las elecciones se hayan realizado en paz y los votos se hayan contado y aceptado esencialmente los resultados, se le acredita al área de Gobernación, aún con su peculiar estilo que impacta en los conflictos para resolverlos “con bastante adrenalina” como suele decir el titular del ramo; el haber logrado la victoria en Sonora es un punto para el coordinador de los diputados del PRI, el diputado Beltrones, a quien se le considera prácticamente en todas las quinielas de recomposición gubernamental, algunas veces con malicia y otras con rudeza innecesaria, en tanto que muchos otros lo ponderan positivamente para el PRI o alguna Secretaría de Estado.

Por si no fuera suficiente, al evaluar el logro electoral de la coalición gobernante en las elecciones, el Presidente de la República lo atribuyó al reconocimiento que la gente hace de logros económicos derivados de las reformas estructurales, con lo que los bonos del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, se vieron de inmediato en las pantallas.

Otros operadores, como le futuro diputado y todavía dirigente del PRI, César Camacho o el senador Emilio Gamboa, maniobraron en el entorno del discurso de la victoria, señalando que la coalición gobernante dispondrá de una mayoría útil de 260 diputados, con lo que el segundo trienio del Presidente Peña dispondrá de confiabilidad legislativa.

En el lado del PAN, la ofensiva del grupo calderonista ha sido frontal, con críticas lapidarias a los resultados electorales sirviendo de telón de fondo para el “destape” de la esposa del ex presidente Calderón, Margarita Zavala para buscar la candidatura presidencial. Más allá de sus posibilidades, lo que viene es una redistribución del poder panista, destacando el rol del gobernador Rafael Moreno Valle, quien podrá inclinar la balanza hacia sus intereses. Gustavo Madero debiera dejar una nueva dirigencia hacia el mes de agosto, para que le pueda nombrar coordinador de los diputados del PAN, lo que requeriría de una convocatoria y elección en un mes o mes y medio, la que presumiblemente recaería en el joven del “mal de cuna” Ricardo Anaya, según la campaña que impulsara a su paso por la Cámara de Diputados.

En lo que a las izquierdas se refiere, la historia de 25 años de construcción de la unidad se fue al caño y la disputa por la legitimidad entre Morena y el PRD les arrastra a una definición, entre radicalizar y unirse en torno al cacique, el señor López, o intentar la reconstrucción de una izquierda moderna (casi una quimera) que el país necesitaría si de consolidar la democracia se tratara. Por lo pronto, la balcanización de la izquierda es lo que emerge de las elecciones.

4. Reasumir la gobernabilidad.

Transcurridas las elecciones y asimiladas las lecciones, el gobierno requiere reasumir la gobernabilidad y los objetivos planteados para lograr la plena implementación de las reformas estructurales.

El entorno mundial es aún volátil, por lo que las previsiones de crecimiento de la economía estarán aún deprimidas, no obstante el comportamiento atenuado de la inflación. Todavía hará falta asimilar el impacto de la elevación de tasas en los Estados Unidos, que podría ser de hasta un punto gradualmente, lo que sería controlado por similar elevación en la tasa de referencia del Banco de México.

Ahora si, como diría Aurelio Nuño hace algunos meses, la palabra en el gobierno será “implementación” de las reformas estructurales, para profundizar lo que pueden ser las buenas noticias que le ganaron votos en las urnas, como la reducción de precios de los servicios de telecomunicaciones y los menores precios de energéticos como la electricidad y el gas natural, que podrían percibirse ya en estos meses.

En el mundo, prosigue la desaceleración (el FMI redujo la estimación del crecimiento norteamericano al 2.4 por ciento tras el mal desempeño del primer semestre) pero aún subsiste la alta producción mundial de petróleo (los Estados Unidos son, ya, el primer productor mundial del aceite, superando a Arabia Saudita y Rusia). Con ello, los precios seguirán deprimidos por un largo tiempo, además de que el mercado seguirá dominado por los consumidores, lo que desplomará los precios aún más.

De ahí que lo propio para nuestro país sea el profundizar el esfuerzo interno, para asegurar la nueva competitividad que dan los bajos costos de los energéticos, así como lograr el mejor despliegue posible del programa de inversión en infraestructura, tan golpeado por los tintes de corrupción en su ejecución.

En lo que se refiere al paquete fiscal, es muy poco probable que el gobierno rectifique, no obstante el clamor empresarial, para reducir la carga impositiva. La SHCP ha vuelto a decir que podría reconsiderar la reforma hacendaria, pero el contexto económico, que le ha permitido al país resistir bien los embates financieros, lo hacen poco recomendable.

No debiera olvidarse que el mayor reto que enfrentará el gobierno proviene ahora de los ajustes al gasto público, así como el nuevo esquema de planeación/presupuestación en base a los principios de la “Base Cero” que requieren de alta especialización y profesionalización en la burocracia, en donde suele situarse la primera línea de resistencia al cambio.

Surge entonces una nueva gobernabilidad, en donde la incertidumbre habrá de ser una constante y en la que la carrera por la sucesión presidencial estaría encegueciendo a todos.

5. Hacia el III Informe Presidencial.

En los meses que restan de aquí al III Informe Presidencial, en el que sería sensato realizar un balance del medio término y, posiblemente, presentar la reorganización gubernamental, anticipada quizá por la convocatoria al proceso de renovación de la dirigencia del PRI, las fichas habrán de irse acomodando.

Los temas de la recuperación de la seguridad pública y los casos de Derechos Humanos seguirían siendo la mayor amenaza a la credibilidad gubernamental; la economía, ya se dijo, tendrá un desempeño de menor perspectiva, si bien todavía con augurio de un mejor futuro.

En lo que se refiere a la integración de la Cámara de Diputados, también se ha mencionado ya la estructura de una nueva coalición legislativa, en donde los actores clave del Pacto por México serían ahora liderazgos camarales (Madero, Zambrano y Camacho) si bien con una oposición más beligerante, casi bolchevique podría decirse, representada por el partido Morena.

Cosa de ver aún cual será la línea a prevalecer en la visión del gobierno: las elecciones son un mandato para seguir como hasta ahora en el paso lento de las reformas estructurales, o bien una oportunidad para reforzar el rumbo y acelerar el paso para obtener resultados tangibles, haciendo los cambios necesarios para incorporar las nuevas realidades, que es lo que parece ser que la sociedad está demandando.