No existe pasión más poderosa que la pasión de la pereza. Samuel Beckett (1906-1989) Poeta y novelista irlandés.
Hay una pandemia presupuestal. Los técnicos de las secretarías de Finanzas de los 32 Estados, siguen el mismo padrón que el gobierno federal. Realizan presupuestos de ingresos únicamente recaudatorios y los de egresos con “ahorros” y buscando “equilibrios fiscales”.
En pocas palabras conseguir dinero “cómo sea” y “gastar poco”. Todo lo demás es innecesario.
Si no se cambia la estrategia de ingreso-gasto, a una política de inversión y desarrollo, los mexicanos continuaremos en la mediocridad, sin la mínima posibilidad de crecimiento y, mucho menos, de bienestar. No es malo, pero es un pensamiento mediocre.
La economía mexicana continúa con la misma línea marcada por las escuelas económicas internacionales de occidente, que para nada se aplican en las estructuras financieras de los gobiernos donde “nacen” esas ideas. Las ideas de Harvard no se aplican en Estados Unidos, ni mucho menos las de Oxford en Reino Unido. Sin embargo, estas se aplican en los países subdesarrollados y quedan estancados.
Con tasas de crecimiento interiores al 2% anual, México difícilmente podrá crecer y permear el beneficio para el resto de los mexicanos. Se necesitan políticas audaces e incluso agresivas, para que el presupuesto se convierta en herramientas de desarrollo.
La política de ingresos debe enfocarse en premiar el ahorro así como la inversión productiva; castigar, sin extremos, el consumo. Los egresos deben destinarse a políticas de inversión en infraestructura que lleve beneficios a la comunidad, como hospitales, escuelas, carreteras, parques industriales y todo aquello que le dé oportunidad a los emprendedores de generar empleo. Con ello se construye un círculo virtuoso: empleo, consumo, crecimiento, bienestar, inversión y más empleo.
Necesitamos crecer a como dé lugar. No podemos conformarnos con sólo ser buenos chicos y ahorradores. Se necesita gastar el presupuesto con objetivos perfectamente definidos para crecer.
La escuela neoliberal (como la han calificado aunque nada tenga que ver con el liberalismo económico) no deja desarrollo; sólo marca sometimiento y subdesarrollo. Si es importante no despilfarrar, pero es fundamental invertir; es vital no gastar más de lo que se gana, pero también lograr metas de crecimiento.