Estados mentales

25 de Abril de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

Estados mentales

En octubre de 2015 el gobierno federal difundió uno de los spots más burdos en un sexenio que no se ha caracterizado necesariamente por ideas políticas profundas. La estrategia de comunicación formulada como “Ya chole con tus quejas”, envió un mensaje tan sencillo como antidemocráctico: si no puedes apreciar la obra transformadora del gobierno, mejor cállate.

El spot generó tal indignación en redes sociales y medios de comunicación, incluso críticas y burlas a nivel internacional, que sus creadores se vieron obligados a sacarlo del aire. Pero el daño estaba hecho.

Pasaron los meses y los problemas nacionales dejaron de crecer: aumentó exponencialmente la violencia, siguieron muriendo periodistas asesinados y apareciendo fosas clandestinas, se disparó el endeudamiento público, subieron de precio la gasolina y dólar, se desbordaron los escándalos de corrupción en las entidades federativas, se fugaron los Duarte, colapsó la aprobación presidencial y, para colmo, un enemigo declarado de México ganó las elecciones en los Estados Unidos. A pesar de todo eso, el mensaje gubernamental se mantuvo en la misma línea: dejen de quejarse.

Hace tan sólo una semana, el Presidente ha reafirmado que sigue pensando lo mismo, que está convencido que lo mejor que puede hacer la gente es callarse, dejar de quejarse. En un evento ante miembros del Ejército mexicano, Enrique Peña Nieto afirmó: “Quienes digan que el país está en crisis, crisis es lo que pueden tener en sus mentes”. Nuevo fraseo para el mismo desprecio por la crítica que se había expresado con el reclamo por la falta de aplausos, el llamado a mantener una actitud positiva, la acusación a las redes sociales por reproducir imágenes distorsionadas de la realidad y, por supuesto, el burdo “ya chole”.

Cuando un gobernante se da el lujo de afirmar que los problemas públicos existen sólo en las mentes de las personas, asume una visión política peligrosamente autocrática. Por un lado se adscribe en exclusiva el derecho para determinar la verdad o falsedad de los hechos y eventos. Por otro, desde la ventaja de su posición de poder descalifica las voces que no coinciden con su propia visión política. Sin dejar de lado que trata a los ciudadanos como menores de edad política e intelectualmente, como sujetos incapaces de formarse un juicio sobre los asuntos públicos y de distinguir la fantasía de la realidad (de hecho nos dijo que somos una especie de enfermos mentales que tenemos crisis en la mente).

Tres cosas se desprenden del discurso presidencial sobre la crisis como un estado mental de los ciudadanos. En primer lugar, refleja a un jefe de gobierno frustrado, molesto al no recibir el reconocimiento nacional que cree merecer o espera recibir por su labor al frente del gobierno, por las reformas implementadas. En segundo lugar, como he señalado, pone en evidencia un profundo desprecio por la crítica y la deliberación plural y, por el contrario, preferencia por foros políticos controlados y llenados con los que sí aplauden. En tercer lugar, paradójicamente, muestra que la visión política del Presidente es algo que sólo tiene lugar en su propia mente, una percepción de los problemas nacionales absolutamente disociado de los graves sucesos que ocurren actualmente y que han sucedido en los últimos años.

Lo más delicado de todo esto, es que un gobernante que piensa que los problemas sólo existen en la mente de los ciudadanos, que descalifica sus críticas como si fueran alucinaciones, no tiene la capacidad o la credibilidad para dirigir una nación en tiempos de crisis. En realidad nuestra tragedia política va más allá de la corrupción y la impunidad, se deriva también de la renuncia de nuestros políticos a ejercer su responsabilidad como líderes al momento que cierran los ojos y evaden la realidad. Patología de nuestra vida política que se extiende más allá de la Presidencia e infecta el desempeño de las instituciones en todos los órdenes de gobierno. @ja_leclercq Profesor-Investigador del Departamento de Relaciones Internacionales y Ciencia Política, UDLAP.