Kellyanne Conway se ha vuelto infamemente famosa gracias a la frase “hechos alternativos”, lo cual no es otra cosa sino enmascarar el recurso sistemático a la mentira en su gobierno. En pocas palabras, la reivindicación de hechos alternativos supone que cuando la realidad no coincide con el discurso político, entonces hay que mandar al diablo a la realidad.
Por más original que pueda resultar el fraseo de Conway, su lógica no hace otra cosa que actualizar al mundo Trump la manipulación de hechos e información que Orwell en 1984 denominaba neolengua. Con la diferencia de que mientras Orwell utilizaba la ficción para advertir el peligro del totalitarismo, el trumpismo hace suyas sin empacho. Prácticas que imitan los mundos propios de la ficción distópica. Pero tampoco es muy original Conway, si la comparamos con el uso y abuso de la mentira en la política nacional.
Habría que decirlo: si de entender las reglas de la posverdad se trata, y si bien hay que reconocer que no se alcanzan los delirantes niveles de Trump, nuestro gobierno da muestras cotidianas de moverse como pez en el agua en el mundo de los hechos alternativos. Invocar la verdad histórica ante Ayotzinapa, autoexculparse del escándalo de la Casa Blanca a través de Virgilio Andrade, deslindar al PRI de los hechos y peripecias de Javier Duarte, responsabilizar a las redes sociales del descrédito presidencial, capítulos de la posverdad en un sexenio que se siente especialmente cómodo en el mundo de los hechos alternativos, que afirma la disociación como método para evadir la terca realidad política.
El episodio más reciente de la posverdad gubernamental resulta único porque engloba todos los demás y representa la renuncia de un gobierno y su partido a enfrentar la verdad y la autocrítica. El PRI festejó a lo grande sus 88 años, celebración de los hechos alternativos y las realidades paralelas como forma suprema de hacer y entender la política. Decía Oliver Sacks que las alucinaciones “se definen como las percepciones que surgen en ausencia de ninguna realidad externa: ver u oír cosas que no están presentes”.
Ver objetos y escuchar ruidos que no existen, que “son involuntarias, incontrolables, y pueden poseer colores y detalles prodigiosos o formas y transformaciones extravagantes, muy distintivas de las imágenes visuales normales”, pero que para quien los padece son equivalentes a hechos objetivos, eventos y acciones que efectivamente tienen lugar (Alucinaciones, Anagrama 2013, p. 9-10).
A través de sus hechos alternativos, en los cuales al parecer creen a ciegas, nuestro gobierno ve cosas que el resto de los mexicanos no somos capaces de ver, al menos no ese 88% que desaprueba la gestión del presidente. ¿De qué otra forma explicar los juegos pirotécnicos verbales en el aniversario del PRI? ¿Cómo entender su mensaje sino como ejercicio de posverdad? ¿Nos advierten sobre el riesgo de retrocesos quienes con sus omisiones han provocado una profunda crisis política y de credibilidad institucional? ¿Reivindican experiencia y capacidad de gobernar aquellos que han hecho del dislate una marca de la casa, quienes han hecho de la tontería gobierno, como señala Gabriel Zaid? ¿Afirman conducir responsablemente las finanzas públicas las autoridades que han endeudado al país y han cobijado la corrupción de sus gobernadores? ¿Señalan los peligros de la demagogia quienes se dieron el lujo de llamar verdad histórica al bodrio de investigación armado ante el caso Ayotzionapa, los mismos que reiteradamente niegan la práctica de la tortura a pesar de la coincidencia de reportes nacionales e internacionales y el sufrimiento de sus víctimas? Sólo desde el confort de los hechos presidenciales alternativos se nos puede llamar a no perder lo construido, cuando de hecho lo perdemos diariamente y a pasos agigantados gracias a la corrupción, la impunidad, la violencia o endeudamiento, como resultado de las omisiones e irresponsabilidades de las autoridades.
El gobierno y su partido sólo pueden pretender contar con la calidad moral para descalificar los proyectos de la oposición, de advertirnos sobre riesgos y peligros que representan, en tanto vive atrapado en una realidad que depende de la producción de sus hechos alternativos.
@ja_leclercq
Profesor de Relaciones Internacionales y Ciencia Política, UDLAP