2016 será recordado como el año en que Donald Trump llegó al poder. Para nuestro país esto significa un año marcado por los insultos y amenazas y por la incapacidad de nuestro gobierno para articular una respuesta medianamente coherente ante la irrupción de Trump a la escena política global.
Para México, el ascenso de Trump se ha convertido en la principal fuente de incertidumbre política y económica, el factor externo que llega como vendaval poniendo en riesgo el futuro inmediato de nuestro país. Esto es en gran medida cierto, la agenda del gobierno trumpeano tiene un componente claramente antimexicano y afecta la relación bilateral en ámbitos tan diversos como la migración, el comercio, la seguridad fronteriza o la protección de los mexicanos radicados en los Estados Unidos.
Sin embargo, la irrupción de una amenaza tan fuerte desde el exterior funciona como un elemento que distrae la atención de nuestras amenazas internas, de aquellos problemas nacionales que imposibilitan nuestro desarrollo económico, político y social. En pocas palabras, si bien la elección de Trump como Presidente de los Estados Unidos nos afecta profundamente, las omisiones e irresponsabilidades hechas en México nos han causado y nos van a seguir causando mucho más daño.
Algunos de los problemas más graves que nos arrojó en la cara el 2016:
- El saqueo de Veracruz y el grotesco episodio de la fuga de Javier Duarte, han puesto en evidencia que los gobernadores gozan de poder e impunidad absolutos para hacer y deshacer durante sus periodos de gobierno y que gozan por demás de la tolerancia de sus partidos y de las autoridades federales.
- La corrupción y la impunidad están profundamente arraigados en los asuntos públicos nacionales e involucran a todos los órdenes de gobierno y partidos políticos. Si bien en el discurso todas las autoridades y liderazgos partidistas señalan su intención de enfrentar el problema, su voluntad tiende a diluirse al momento de avanzar en la implementación de los mandatos de la reforma constitucional en la materia.
- La violencia y la presencia del crimen organizado aumentan y se extienden por todo el territorio nacional, dejando en entredicho la capacidad y la voluntad de las autoridades de todos los niveles por definir una estrategia de seguridad más eficiente.
- Después de diez años de la guerra contra el narco, ni el gobierno ni los legisladores han sido capaces de establecer un marco jurídico adecuado para regular la participación de las fuerzas armadas en la seguridad pública, pero mucho menos han logrado avanzar en la transformación de las policías.
- Los niveles de endeudamiento público alcanzados tanto a nivel nacional como en cada uno de los estados, ponen en riesgo la viabilidad financiera de nuestro país en el futuro inmediato.
- Los resultados de la prueba PISA señalan un desastre sin paliativos en la calidad educativa en México y demuestran que la agenda en la materia se rige por objetivos políticos y distribución de prebendas antes que por las necesidades educativas de los mexicanos.
- Las movilizaciones en contra de los matrimonios entre personas del mismo sexo y la respuesta de nuestra clase política, desnudan a un país que no tiene empacho en discriminar a otros por cualquiera que sea el motivo.
Entre los propósitos nacionales para 2017, el más importante sería comenzar a dejar de evadir nuestros problemas y asumir una dinámica de cambio institucional más efectiva, eficiente, justa e incluyente.
Felices fiestas y mis mejores deseos para los lectores de Eje Central en 2017.
@ja_leclercq