Cambia el juego del Brexit

25 de Abril de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

Cambia el juego del Brexit

@ja_leclercq

Nos acercamos a la hora de definición del Brexit, programada aún para el 29 de marzo, y el juego político entre Theresa May, los miembros del Parlamento y la Unión Europea comienza a cambiar. Lo que se ha caracterizado por un punto muerto en la negociación, producto de la propuesta de barrera aduanera para Irlanda, y reiteradas derrotas parlamentarias para May, esta semana se abren escenarios no previstos o descartados solo semanas atrás.

Si bien May cambia una estrategia reducida a dejar correr el tiempo y no permitir que ninguna alternativa entre a la agenda, esperando que el pánico de un Brexit duro acerque a otros actores hacia su posición, en los últimos días se abre la posibilidad de extender las negociaciones o la convocatoria a un segundo referéndum, cambiando con ello el juego y las expectativas de los diferentes jugadores.

La pérdida de control sobre el proceso y la agenda, algo que May había evitado a pesar de sus reiteradas derrotas políticas, ha sido en gran parte su culpa. Hace algunas semanas a un miembro de su equipo negociador se le fue la boca y reconoció en un bar que en realidad simulaban negociar con la Unión Europea para ganar tiempo y fortalecer las opciones de su proyecto. Lo cual generó mucha molestia tanto a los parlamentarios británicos como a los líderes europeos. Moraleja, no develes tu estrategia cuando tienes copas encima o hay periodistas alrededor.

Tres eventos han alterado el escenario para May. En primer lugar, a principios de esta semana anunció su decisión de postergar hasta el 12 de marzo una nueva votación en el Parlamento sobre su proyecto del Brexit, prácticamente dos semanas antes de la fecha fatal. A pesar de que su estrategia fue puesta en evidencia, May simplemente sigue apostando a estirar y estirar las cosas. Lo cual choca con las intenciones de legisladores que pedían explorar y ha exacerbado a los líderes europeos que ven a May sin el capital político suficiente para conseguir votos.

En segundo lugar, la Unión Europea ha aceptado extender la negociación por casi dos años más, tratando de evitar con ello una ruptura sin acuerdo llena de incertidumbre. Con ese gesto lanzan un guiño a los liderazgos británicos moderados y a los miembros del gabinete de May, quienes tratan de evitar a toda costa un divorcio sin garantías.

Finalmente, Jeremy Corbyn, líder de los laboristas, cuyo corazoncito late por salir de Europa, se ha visto obligado a impulsar una moción para llamar a un segundo referéndum y con ello evitar retos a su liderazgo y que su partido termine desgarrado por fugas y divisiones internas.

El escenario se complica todavía más para May, de su liderazgo entre los conservadores queda muy poco, carece de credibilidad ante la Unión Europea y además han entrado en la agenda dos opciones que pueden recomponer las alianzas y el sentido de los votos en el Parlamento.

Ante el cambio en la dinámica del juego, cuyas alternativas a pesar de todo controlaba, a May no le ha quedado otra opción que pedir respaldo para su proyecto a cambio de negociar con la Unión Europea una extensión de los plazos en caso de fracasar otra vez. Ahora depende de que moderados y radicales prefieran el acuerdo negociado con la Unión Europea, al desgaste de extender dos años más las negociaciones o los costos políticos de un nuevo referéndum. En el camino sigue presente el escollo de la barrera aduanera irlandesa.

Lo que es indiscutible es que las dos próximas semanas serán clave para el resultado del Brexit, que veremos cambios en las preferencias de los actores y recomposiciones importantes en las alianzas políticas en el Parlamento. A pesar de ello, sigue latente el riesgo de que la inercia provoque un Brexit sin acuerdo y se caiga en un abismo de consecuencias imprevisibles para la economía global.