De Brexitmala a Brexitpeor

24 de Abril de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

De Brexitmala a Brexitpeor

Durante los últimos meses de gestión de Theresa May, se volvió constante la discusión sobre su lugar en la historia política del Reino Unido. Y, sin muchas dudas, los analistas la colocaban entre los peores primeros ministros que ha tenido ese país desde inicios del siglo XX, de la mano de figuras como Neville Chamberlain, débil ante el ascenso de Hitler, Anthony Eden, rebasado por la crisis en el Canal de Suez o su antecesor, David Cameron, quien convocó al referéndum y abrió la puerta al abismo de Brexit.

No hay mucho que decir al respecto: el liderazgo de Theresa May hizo agua ante un reto de la complejidad del Brexit. Humillada en las negociaciones con la Unión Europea, derrotada reiteradamente en el Parlamento y sujeta a fuertes cuestionamientos dentro de las filas de su propio partido, su imagen queda como ejemplo de la más alta incompetencia política en tiempos de la mayor incertidumbre y, por lo mismo, cuando más se requería un liderazgo fuerte, capaz y consistente.

Si bien hay un acuerdo en el que May se encuentra dentro del grupo de peores gobernantes del Reino Unido, también hay consenso en que el candidato más firme a convertirse en el peor de los peores primeros ministros de la historia es nada menos que su sucesor: Boris Johnson.

Finalmente, después de moverse desde posiciones proeuropeas hasta encabezar esa fuga de la realidad llamada Brexit, Johnson llega al número 10 de Downing Street. En el momento de mayor necesidad política, cuando todo llama a un liderazgo fuerte y razonable para enfrentar los riesgos que involucra el Brexit, los conservadores han decidido arrojarse a las manos de un demagogo sin escrúpulos. Pocos casos resumen en forma tan clara el síndrome de la política de nuestros tiempos, en el que la mentira, el engaño, el oportunismo y la incompetencia pagan con altas posiciones de poder y el aplauso entusiasta del respetable.

El continente europeo se llena con nubes de tormenta, porque más que ofrecer un nuevo enfoque para resolver la parálisis del Brexit, la pregunta es ¿cuántos nuevos problemas y de qué tipo causará un ministro con el perfil de Johnson? Porque más allá del autoengaño y la fanfarronada del discurso pro Brexit del nuevo ministro y los grupos que lo encumbraron, la realidad es y sigue siendo la misma: la Unión Europea ha dejado muy en claro, y lo ha reiterado esta misma semana, que no hay margen para abrir de nuevo las negociaciones, al igual que tampoco hay forma de que Johnson cumpla su promesa de resolver el embrollo antes del 31 de octubre.

La posibilidad de un Brexit duro es una realidad más que palpable. La primera reacción entre los líderes de la Unión Europea ha sido felicitar a Johnson y reafirmar su posición, aunque con un tono de preocupación por lo que saben se avecina. Ya en el pasado reciente, muchas cancillerías europeas tuvieron que enfrentar el mal trago de dialogar y negociar con Johnson y, por lo mismo, saben que no cabe esperar mucho sentido común y prudencia.

Pero el Brexit sin acuerdo es más probable que nunca, en parte, porque no se abrirá una nueva negociación sólo porque los británicos, que han sido incapaces de ponerse de acuerdo, tienen un nuevo primer ministro. Tampoco porque los aliados de Johnson, euroescépticos y ultras de un Brexit duro, no van a permitir alternativas más suaves o el proyecto negociado entre May y la Unión Europea. Pero, sobre todo, porque para Boris Johnson la promesa de resolver el Brexit fue sólo un escalón para llegar al poder y ahora cumplir con ello es sólo el siguiente paso para conservarlo. ¿Las consecuencias? Al diablo con las consecuencias.