Llegó la hora

19 de Abril de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

Llegó la hora

Le Clercq

Luego de una eterna jornada electoral, ha llegado la prueba de las urnas. Este domingo viviremos unas elecciones de carácter histórico ante la posibilidad de que gane por primera vez un candidato desde una plataforma política de izquierda. Cambio de gobierno radical que augura una transformación profunda en nuestro sistema de partidos tal como lo hemos conocido.

Las tendencias de las encuestas nos dicen que en principio no debería haber sorpresas y perfilan una ventaja holgada para AMLO. Siendo honestos, es muy difícil encontrar un ejemplo internacional en el que el segundo lugar revierta una desventaja tan grande en menos de una semana. Pero nuestra historia de mapaches, acarreos y compra de votos nos obliga a estar atentos ante cualquier intentona de fraude.

Donde puede haber movimiento es en la disputa por el segundo lugar. Más que subir en las encuestas, el Frente encabezado por Anaya se desinfla gradualmente. A las filtraciones sobre conflictos en el equipo de campaña se suma la fuga de liderazgos perredistas, quienes faltando una semana para la elección descubren sus profundas diferencias con el PAN y sus coincidencias con Morena. Son de muy lento aprendizaje o demasiado arribistas. La duda parece reducirse a si Anaya podrá llegar a los mismos niveles de Vázquez Mota en 2012.

El colapso de Anaya son buenas noticias para el PRI, les permite promover la idea de que suben al segundo lugar y desde ahí a la presidencia. Lo cual se ha reforzado en algunos medios con el espaldarazo de grupos de empresarios desesperados por frenar a Morena. Perdidos en su entusiasmo y sus medias verdades, dejan de lado que todavía deben revertir una desventaja monumental los últimos días de campaña. La pregunta no es si el PRI puede recuperar terreno, sino hasta dónde están dispuestos a llegar con tal de conservar el poder.

En seis de las gubernaturas en disputa tampoco debería haber sorpresas. Todo parece decidido en la Ciudad de México, Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos y Tabasco. Todo lo contrario que en Puebla, Veracruz y Yucatán, donde la competencia es muy cerrada y con toda seguridad el resultado será determinado por la capacidad de movilización de los gobernadores.

El miedo a AMLO y la necesidad del PRI de evitar una derrota de tal magnitud que los arroje a mínimos históricos en el Congreso y los deje sin ganar una sola gubernatura, nos lleva a esperar unas elecciones marcadas por intentos de fraude, acarreo de votantes, uso indiscriminado de recursos públicos para comprar votos, difusión de información falsa sobre el desarrollo de la jornada, influencia de los gobernadores en el proceso y la amenaza de episodios de violencia en un contexto marcada por el asesinato de más de cien alcaldes y candidatos en los que va del año. Después de múltiples reformas electorales, seguimos entrampados en los mismos vicios y prácticas clientelares de siempre.

Lo que habría que esperar, lo más deseable para el país, es el triunfo claro de alguno de los candidatos y el reconocimiento de la derrota por parte de sus rivales. Necesitamos superar la campaña y comenzar cuanto antes el proceso de transición, la conformación de agenda de gobierno y despedir a Peña Nieto. Luego de una campaña mediocre, urge discutir seriamente cómo vamos a enfrentar los graves problemas que tenemos enfrente, porque siendo honestos las propuestas resultaron muy pobres ante los retos en materia de corrupción e impunidad, inseguridad y violencia, desigualdad y exclusión, crecimiento económico y la diversificación de nuestra economía en el mundo.