Otro fracaso climático

20 de Abril de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

Otro fracaso climático

La COP 25, la cumbre climática correspondiente a este 2019, ha terminado en un fracaso total, ponerlo en otros términos sería reproducir el autoengaño. Los miembros de la comunidad internacional fueron incapaces de cumplir las expectativas generadas en torno a los objetivos establecidos para la cumbre. A pesar de que reportes científicos continúan advirtiendo que nos encontramos cerca de rebasar un punto de no retorno y luego de un año marcado por protestas sociales, encabezadas especialmente por jóvenes, en favor de una acción global más enérgica para evitar escenarios catastróficos irreversibles, al final no hay resultados.

Mientras que a nivel internacional el debate ha girado desde la noción de “cambio climático” hacia el reconocimiento de una “emergencia climática”, los gobiernos han llegado a la conclusión de que pueden seguir perdiendo el tiempo indefinidamente.

Dos cosas se esperaban de la COP 25. La definición de las reglas de operación para el funcionamiento de un mercado de para el intercambio de emisiones a nivel global, tal como señala el Acuerdo de París. ¿Por qué no se ha logrado avanzar en este objetivo, considerando que este mandato se estableció desde 2015 y los países firmantes estuvieron de acuerdo? Porque el funcionamiento de un mercado de carbono requiere establecer límites precisos a los niveles de emisiones de gases de efecto invernadero por país, para que de esa forma quienes hayan reducido sus emisiones por debajo del límite puedan intercambiar sus excedentes a quienes no hayan podido hacerlo.

Y el problema es que, si bien todos están dispuestos a comprometerse en el papel, en los hechos nadie quiere estar sujeto a cumplir con límites específicos a sus niveles de emisión de gases de efecto invernadero. Compromisos de papel que no se traducen en actos medibles, verificables y reportables.

EL segundo objetivo no cumplido consiste en aumentar las contribuciones de cada país para la reducción de emisiones a nivel global. El Acuerdo de París propone evitar aumentos en la temperatura global del planeta por encima de los 2ºC, con la aspiración adicional de contener su incremento en 1.5ºC. Si bien todos los países han puesto sobre la mesa una propuesta concreta para reducir sus emisiones durante la próxima década, esto es insuficiente y nos coloca en un escenario cercano a los 3.5ºC. Se esperaba mayor disposición de la comunidad internacional para aumentar la ambición de las metas comprometidas nacionalmente. El resultado ha sido palabras y más palabras, mucho ruido y pocas nueces.

Habría que reconocer que el problema no es la COP 25 en lo particular. Es el modelo de negociación y cumbres climáticas globales lo que no funciona. Luego de 25 años de cumbres climáticas y a pesar de todos los esfuerzos de diálogo y negociación, el principal objetivo no se ha cumplido: comprometer a los miembros de la comunidad internacional a una reducción efectiva en sus niveles de emisiones, de tal forma que se aspire a un escenario de estabilización global para evitar aumentos en la temperatura por encima de los 2ºC. De hecho, las emisiones globales han aumentado con relación a las emisiones de 1990, año de referencia para el Protocolo de Kyoto, y están muy lejos de estabilizarse a pesar de lo establecido en el Acuerdo de París.

Lo que las COP han hecho es generar la idea de que el proceso está abierto y la negociación siempre puede postergarse para el año siguiente. La estructura de las cumbres globales lleva en sí la semilla de su propia destrucción. Siendo realistas y considerando la magnitud de la crisis ambiental global, sería ingenuo esperar otra cosa de las COP que no sea palabras vacías y compromisos que no van a cumplirse. Contener la crisis climática en realidad dependerá en los próximos años del cambio tecnológico, de cambios en las señales de los mercados y la presión social, en especial de las nuevas generaciones. De los gobiernos no cabe esperar otra cosa que irresponsabilidad.