¿Sigue vivo el Acuerdo de París?

24 de Abril de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

¿Sigue vivo el Acuerdo de París?

Estados Unidos ha ratificado su decisión de abandonar el Acuerdo de París. Aunque una coalición de gobiernos estatales y ciudades han señalado que van a cumplir por cuenta propia los compromisos internacionales de su país, esto no deja de representar un golpe letal para el Acuerdo de París.

Esto de ninguna forma es una sorpresa. Desde los días de la campaña presidencial en 2015, Trump dejó en claro su perfil negacionista del cambio climático y su intención de retirar a Estados Unidos de cualquier acuerdo internacional sobre el tema. Siendo ya presidente, en junio de 2017, formalizó ante las Naciones Unidas su decisión de abandonar el Acuerdo y, con ello, no cumplir los compromisos adquiridos durante la administración de Barack Obama.

Sin embargo, aun cuando Estados Unidos anunció públicamente hace más de dos años su decisión de abandonar el Acuerdo, el tratado establece que los países pueden realizar este anuncio formal sólo a partir del tercer año de su inicio formal, fecha que se acaba de cumplir el pasado 4 de noviembre. Siguiendo lo que establecen las reglas del juego, una vez realizado el anuncio formal, Estados Unidos todavía deberá permanecer un año más dentro del Acuerdo y cumplir sus obligaciones. Con lo cual la fecha de salida oficial será el 4 de noviembre de 2020, paradójicamente un día después de las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos.

Aun cuando Estados Unidos afirme que va a respetar los tiempos y cumplir los compromisos previamente adquiridos, esta decisión se acompaña de un desmantelamiento de controles ambientales y una apuesta por acelerar la explotación de hidrocarburos, que en la realidad hace imposible que pueda cumplir con las obligaciones de reducción de emisiones voluntariamente desde 2015.

La pregunta en este momento es si el Acuerdo de París puede considerarse vivo, luego que Estados Unidos haya ratificado su salida. No hay que perder de vista que el Protocolo de Kioto, cuyas obligaciones en principio están vigentes hasta el próximo año, perdió relevancia acelerada a partir de su firma al no incorporar obligaciones para países con crecientes niveles de emisiones de gases de efecto invernadero, como China o India.

Sería ingenuo pensar que la salida de Estados Unidos no tendrá impacto en las decisiones de otros países. Esto no implica que veremos otros abandonos necesariamente, pero ¿cuál es el incentivo de cumplir compromisos de mitigación cuando uno de los dos principales países emisores ha reventado el tablero? La efectividad del Acuerdo de París estaba colgada de por sí con alfileres, pues aun sumando las contribuciones para reducir emisiones que los países comprometieron, éstas eran en sí insuficientes para alcanzar el objetivo de evitar aumentos de temperatura por encima de los 2ºC, no ya aspirar a la meta más ambiciosa de contener el clima en 1.5ºC.

El riesgo inmediato es que, ante la decisión de Estados Unidos, veamos un efecto en cascada de incumplimiento por parte de otros países y una nueva carrera internacional por la explotación de hidrocarburos. En un momento en que la información científica nos advierte de la destrucción de ecosistemas, la pérdida masiva de especies y la aceleración de algunos de los efectos inmediatos del calentamiento global, las consecuencias de la política anticlimática estadounidense será menos cooperación internacional, en lugar de acciones globales más ambicionas y efectivas.

Las cosas no pintan bien ante la amenaza de las consecuencias irreversibles del cambio climático. El periodo que regula las obligaciones de mitigación del Acuerdo de París está arrancando y el tratado climático más ambicioso que en la materia ha firmado la comunidad internacional, celebrado con fanfarrias y fuegos artificiales en 2015, comienza a lucir como un muerto viviente.