Trump anticlimático

18 de Abril de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

Trump anticlimático

Juan Antonio Le Clercq

Siguiendo su estilo particular para la toma de decisiones, Donald Trump firmó una orden ejecutiva dirigida a desmantelar la política de cambio climático y la transición energética establecidas en el Plan de Energía Limpia. Decisión federal que revierte el sentido de protección ambiental del gobierno de Obama y que se manifestó con la luz verde a la construcción del oleoducto Keystone XL o con los nombramientos de negacionistas climáticos declarados o promotores de la agenda de la industria del petróleo como Scott Pruitt, Rick Perry o Rex Tillerson.

Esta decisión, presentada pomposamente como Orden Ejecutiva de Independencia Energética, instruye a Scott Pruitt, responsable de la agencia de protección ambiental estadunidense (EPA), a revisar el Plan de Energía Limpia, retirar restricciones de política ambiental y climática, y eliminar el uso de instrumentos de política pública como el costo social del carbón. En los hechos, implica desmantelar todo tipo de regulación a las emisiones de efecto invernadero y reproducir un modelo energético basado en la explotación de combustibles fósiles.

Destaca el intento por regresar a la generación de electricidad a partir del carbón, algo que la administración Obama limitó a través del plan energético y cuyo costo político fue un enfrentamiento con al menos una docena de gobierno estatales. Apuesta que representa un contrasentido, tanto por sus consecuencias ambientales, como por el hecho de que Estados Unidos ha alcanzado la autosuficiencia energética fundamentalmente gracias al gas natural barato.

El desmantelamiento de la política ambiental era una prioridad para Trump. La decisión cumple sus promesas de campaña y le permite ganar también un respiro, luego de una semana marcada por el escándalo ruso y el fracaso de la reforma al sector salud. Por un lado, arranca la desregulación ambiental y aleja a Estados Unidos de los compromisos climáticos internacionales, a petición y en beneficio de la industria petrolera estadunidense y de sectores que, como el automotriz, habían visto sus costos afectados por los criterios de protección ambiental implementados por Obama.

Por otra parte, el intento de reactivar la generación de electricidad a través de carbón representa un guiño para los votantes desempleados o con miedo al cierre de plantas en estados productores como Wyoming, Virginia Occidental, Kentucky, Pensilvania u Ohio. Aunque habrá que ver si la retórica populista del magnate neoyorquino, que llama a detener el robo de la prosperidad norteamericana renunciando a la guerra contra el carbón, es suficiente para revitalizar la industria, generar empleos masivamente o revertir la tendencia de los mercados energéticos hacia el gas natural.

La orden ejecutiva, sin embargo, no rompe formalmente con los compromisos climáticos internacionales adquiridos por Estados Unidos. Durante los últimos meses se llegó a pensar que Trump se retiraría del Acuerdo de París o incluso de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Por lo visto han apostado por evitar un conflicto diplomático. Pero aun cuando no haya denunciado estos tratados, señala explícitamente que tomará una dirección contraria a lo que la comunidad internacional decidió en París y que impulsará la explotación de hidrocarburos independientemente de que esto imposibilite cumplir sus metas autoimpuestas para la reducción de emisiones.

Habrá que seguir cuatro efectos de esta decisión: 1) la postura de la comunidad internacional ante el riesgo de que esta orden ejecutiva genere un efecto dominó en otros países; 2) la agudización del conflicto entre las decisiones federales y las políticas ambientales estatales, en especial en estados como California o Illinois, cuyas autoridades se han manifestado abiertamente por el impulso a la energía renovable y la regulación ambiental; 3) la respuesta del Poder Judicial considerando que la Suprema Corte determinó que la EPA tenía la obligación de regular las emisiones de CO2 como parte de su mandato legal (Clean Air Act); 4) finalmente, la estrategia que seguirán las industrias que impulsan cambios en los mercados y la innovación tecnológica a favor de la descarbonización de la economía.

@ja_leclercq Profesor-investigador del Departa-mento de Relaciones Internacionales y Ciencia Política de la UDLAP.