Durante las primeras semanas de enero, los voceros gubernamentales nos llamaron reiteradamente a hacer sacrificios por el bien común. Nos pidieron, una y otra vez, que comprendiéramos que solo aumentando el precio de las gasolinas, medida tan dolorosa como necesaria, señalaban, sería posible evitar recortes a programas sociales y salvar las finanzas nacionales.
En el camino se comprometieron, entre otras cosas, a reducir 10% los sueldos de a funcionarios y el endeudamiento federal, fortalecer el Estado de derecho y la transparencia, combatir la corrupción y sancionar los aumentos injustificados en los precios de la canasta básica.
A partir de la toma de posesión de Trump, el llamado ha sido ahora a la unidad nacional. Unámonos todos en torno al gobierno, piden, para defender nuestra dignidad ante las agresiones que vienen del Norte. Sólo unidos en defensa de la patria y de nuestros intereses, escuchamos repetidamente, podremos a salir adelante ante una de las situaciones mas peligrosas que hemos enfrentado en décadas, momento en el están en riesgo nuestro desarrollo y los derechos de nuestros paisanos en los Estados Unidos.
Sacrificio y unidad nacional, los ejes discursivos de un gobierno golpeado por el descrédito, el llamado de un presidente cuya popularidad roza apenas el 12%. Lo que han olvidado convenientemente los defensores de la patria en su arenga por el sacrificio común y la unidad nacional, es asumir plenamente su propio sentido de responsabilidad en el momento de la emergencia nacional.
Resulta que no todos somos iguales ante eso de hacer sacrificios por el bien común. La semana pasada, en medio de la incertidumbre ante las acciones de Trump y los llamados a la unidad, fuimos testigos de un acto que retrata de pies a cabeza al gobierno de Peña Nieto, una muestra más de la profunda irresponsabilidad de nuestras autoridades, de su voracidad en el uso de recursos públicos, de su total despreocupación al insultar la inteligencia de los ciudadanos.
El 27 de enero, por la noche y previo al fin de semana, como haciéndolo a escondidas, la Secretaría de Hacienda anunció una serie de nombramientos, entre ellos el de Virgilio Andrade como Director General del Banco del Ahorro Nacional y Servicio Financieros (BANSEFI).
¿Cuáles son los méritos de Andrade para dicho puesto? Además de su paso por el IFE y la Secretaría de la Función Pública, el boletín de la SHCP menciona experiencia como Secretario Técnico de Banrural, Director General Adjunto en Legislación Financiera en el Área de Banca y Ahorro de la Secretaría de Hacienda, así como en grupos de trabajo en la Cámara de Diputados para la creación del IPAB y “desde el Senado”, en reformas al régimen corporativo de la Banca de Desarrollo.
El currículum se queda francamente muy corto para justificar su nombramiento al frente de un banco del sector público, aunque esto no ha sido relevante para Presidencia. Dos razones parecen explicar el regreso de Andrade: primero, simple y sencillamente, la cuatitocracia, el premio a la lealtad más que a la capacidad profesional para ejercer un puesto público; segundo, la urgencia por operar recursos públicos y controlar los padrones de beneficiarios de programas sociales ante las próximas campañas electorales.
Hagamos sacrificios, unámonos en defensa de México y los mexicanos, de preferencia en torno la figura del Presidente, recitan las voces del coro ahora envueltos en la bandera nacional. Sacrificios y unidad para todos los demás, que se haga la austeridad y la responsabilidad pero en los bueyes de los ciudadanos. Hagamos sacrificios, pero sin dejar en el abandono a quien quemó su prestigio con tal de exonerar, de auto-exonerar, los conflictos de interés del Presidente, su esposa y del ahora Canciller.
No es que no entiendan que no entienden, lo entienden claramente pero les vale: para los amigos y leales que siga la fiesta del uso patrimonial del Estado, que continúe la rapiña sin fin de los recursos públicos, porque al fin y al cabo son gobierno y asumen que el gobierno es de quien lo trabaja.
*Profesor de Relaciones Internacionales y Ciencia Política, UDLAP
Twitter: @ja_leclercq