Vidas paralelas de degeneración política

19 de Abril de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

Vidas paralelas de degeneración política

@ja_leclercq

Los Estados Unidos y el Reino Unido representan una influencia histórica central para entender a las modernas democracias representativas. Si bien al hablar de democracia nos gusta referir al imaginario de la Atenas clásica, en realidad los sistemas democráticos han seguido el modelo de representación política y contrapesos estructurado desde el parlamentario inglés o el presidencialismo estadounidense. Si tomamos como referencia la interpretación de Samuel Huntington, las democracias en Reino Unido y Estados Unidos son los sistemas democráticos más antiguos y primera ola de la democratización misma en el mundo moderno.

Por supuesto, la historia política de estos países no está libre de crisis y sobresaltos, como puede ocurrir en cualquier otro sistema político. Sin embargo, considerando la importancia y el peso de Estados Unidos y Reino Unido en la evolución de la democracia contemporánea, no deja de sorprender el alcance que han tomado las fracturas sociales y la irresponsabilidad política en estos países. Vidas políticas paralelas de degeneración político institucional.

Reino Unido se ha hundido en la vorágine irracional provocada por la decisión de abandonar Europa. En los tres años desde la celebración del referéndum sobre Brexit, David Cameron se hundió como consecuencia de la votación, mientras que Theresa May cayó por su incapacidad de conseguir que el Parlamento respaldara el acuerdo negociado con la Unión Europea. Pero los errores políticos de Cameron y May palidecen ante el rumbo de Boris Johnson, figura clave en la campaña a favor de Brexit. En solo unas semanas, Johnson ha perdido la mayoría ante una coalición de opositores y conservadores contrarios a un Brexit sin acuerdo, ha sido derrotado en todas las votaciones parlamentarias que ha enfrentado y los tribunales han declarado ilegal su decisión de cerrar el Parlamento hasta el 14 de octubre.

El panorama no es mejor en Estados Unidos. Donald Trump, un presidente que ha hecho de la polarización y de tomar decisiones al borde de lo legal su sello personal, ahora debe enfrentar una investigación en el Congreso y el riesgo de ser destituido, como resultado de haber solicitado información a otros gobiernos para usarla contra sus rivales en las próximas elecciones.

En ambos casos, la vida pública de estos países ha quedado marcada por conducta indebida de sus gobernantes, pérdida de legitimidad de las instituciones y una promoción del odio que puede traducirse en episodios de violencia.

Lo sorprendente es que a pesar de que la conducta de Trump y Johnson incluye engaño y actos ilegales documentados, aún cuentan con un amplio apoyo de sus bases, sus partidos están decididos a respaldarlos hasta el final y la oposición no ha sido capaz de construir un discurso o programa alternativos.

No es gratuito que la estrategia de Trump y Johnson, consista simplemente en agudizar la polarización política, estirar la interpretación legal para dar cabida a sus actos y llevar el choque con la oposición al límite. Ni los principios democráticos, el Estado de derecho o las instituciones en realidad importan mucho, menos la obligación de los gobernantes de rendir cuentas.

Como están las cosas, es muy probable que Trump y Johnson se salgan con la suya. Es posible que Trump no sólo evada ser destituido, sino que utilice el “impeachment” como arma política para potenciar su reelección. Mientras que Johnson seguramente será premiado por los votantes por alcanzar Brexit de una u otra forma. Y esta es la paradoja podrida de esta historia de degeneración democrática: para tener éxito en la política contemporánea, el camino más efectivo es mentir engañar y actuar sin que importen las consecuencias políticas, económicas y sociales. Al final siempre contarás con el respaldo de gran parte de la clase política y la simpatía de los votantes. Este el signo político de nuestros tiempos.