El escándalo del Avión Presidencial

20 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

El escándalo del Avión Presidencial

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@Zolliker

Ejtimados colaboradores, grajias por venir a verme al palajio najional —les dijo con una amplia sonrisa mientras los demás le aplaudían de pie—. Grajias, grajias de verdad, pero ji ejtamos aquí es grajias al trabajo de todos ujtedes. Se dirigió a su lugar en la cabecera de la mesa y un militar se postró a su espalda. Le sirvió agua, pues no toma café para que no le cause taquicardias; después de todo, tiene un par de infartos a cuestas y debe cuidarse.

Jeñores, loj temaj en la agenda jon pocos. Pero importantes. Nejecito que me ayuden a rejolverlos a la brevedad pojible porque dejde hoy, dia uno de mi mandato, comenjaré a hajer los cambios que tanto prometí en campaña. Por ejo, quiero comenjar con ver la venta del avión prejidenjial. ¿A quien je lo ofrejemos? ¿Trum? ¿Una aerolínea?

Todos los presentes guardaron silencio. El Presidente se comenzó a incomodar y retozó un poco sobre su silla. Estaba por soltar una perorata, cuando el asesor jurídico de la presidencia se levantó de su lugar y tomó la palabra.

—Señor Presidente, el avión no se puede vender. Hace dos sexenios se concretó la operación y está en arrendamiento —le dijo con un poco de timidez.

—¿Cómo que no je puede vender? —respondió el máximo jerarca con enojo.

—¡Ji ejto ej algo que llevo prometiendo por años!

—Lo lamento mucho, señor Presidente, pero no es propiedad de la nación. Se lo rentan a la Secretaría de la Defensa Nacional y cuenta con equipo de primera calidad para telecomunicaciones cifradas, para que pueda usted atender una crisis desde el aire o cualquier lugar del mundo y para...

—¿Y para qué? —preguntó el Presidente evidentemente molesto. Entonces, el Secretario de la Defensa le contestó: “Para atender cualquier emergencia médica del señor Presidente o los secretarios de Estado que lo acompañen, señor”.

El Presidente guardó silencio y se les quedó mirando, jugando con sus dedos, frente a sus ojos, que los miraba directo y que ponía en forma de triángulo. Se puso de pie, dio la vuelta a la mesa de su gabinete ampliado y volvió a su lugar para expresar: “¿Me ejtan dijiendo todoj aquí que entre loj máj inteligente de la najión, no han encontrado una forma para cumplir una de mis promejas de campaña?”

—Señor Presidente —contestó el Secretario de Gobernación —está muy bien la propuesta, pero no es viable. Los demás asintieron excepto el secretario de Propaganda, quien dijo: “No estoy de acuerdo, Presidente. Saldrá siempre mejor, que lo vean en un vuelo comercial, en clase turista si es nacional o en clase primera si es trasatlántico”.

—No diga pendejadas —lo regañó el General, Secretario de la Defensa —un Presidente de México, no puede volar en avionetas ni aviones comerciales que no tienen equipo antimisiles. Ahí no controlamos nada de la seguridad. Vaya, ni de la mecánica. Si es trasatlántico y extranjero, menos. Además de más caro que volar privado, imagine una crisis nacional y las comunicaciones no cifradas, o tan simple como tener que ajustar la agenda del décimo cuarto hombre más importante del mundo, a los horarios y retrasos de una aerolínea comercial. Es imposible y si toman esa decisión, considere de inmediato e irrevocable mi renuncia.

—Tranquilo, general, ejtamos aquí viendo opciones —le dijo en tono conciliador —. ¿Qué le parejería entonces que vaya a uno o dos vueloj najoniales de vej en cuando en claje turijta, todo bien preparado dejde antej y dejimos que luchamos contra la corrupjion y arreglamoj el prejio del avión y ahora cuejta como tener uno rejiclado de haje veinte años? —preguntó con una sonrisa —¿Votoj a favor?