Están advertidos

19 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Están advertidos

js zolliker

Es un hombre como cualquiera. Su lucha inició cuando se cansó de ser testigo silencioso de las injusticias y la descomposición social, pero sobre todo de la falta de consideración cívica. Actúa, pues, en defensa de los niños, de los inocentes y los débiles.

Nadie sabe bien quién es ni de dónde viene. De hecho, si alguna alta autoridad lo ha detectado ya, su identidad se ha manejado hasta el momento con la más alta secrecía y su actuar en la más completa tolerancia y complicidad de las superioridades policiacas. No sabe bien por qué, quizá por la nobleza de su tarea.

Últimamente está pensando en construirse un traje distintivo o hacerse de un compinche que lo grabe y lo pueda subir a redes sociales en plena acción y hacerse viral para que otros lo imiten y se reproduzcan. Sí, eso. También necesita elegir un nombre fácil de recordar. Que comunique que es un héroe moderno y urbano. Quería usar El Supercívico, pero éste apelativo se lo robaron unos actores en una borrachera mezcalera en la Condesa. “Bah, no importa mientras sea para mejorar la sociedad”, se dice.

Total, que se quita el pantalón de vestir que usa en la oficina —un call center—, y se pone unos pants. Se calza sus zapatos tenis, pues necesita completa agilidad para correr en todo momento y se pone por encima de la ropa unas rodilleras. Luego saca del closet unas espinilleras y protectores profesionales para beisbol y se las coloca en piernas y brazos.

Hasta ahora había utilizado unos lentes grandes de sol para evitar ser identificado. Pero el día está nublado en la CDMX y eso le resta visibilidad. Necesita poder reaccionar rápido, especialmente porque hace poco, casi cae presa de un dóberman amaestrado para atacar, “¿Será demasiado usar una máscara?” Mejor comprará un tapabocas: ver a alguien con tapabocas médico en público es muy normal desde las épocas de la influenza.

Con todo su equipo, se encamina al parque de su colonia. “Una capa sería demasiado”, reflexiona con humor. Se detiene entonces, detrás de un tronco grueso de árbol. De inmediato, identifica a un posible infractor. Entonces saca unos gruesos guantes de látex, de esos que se usan para lavar baños.

El probable infractor, de unos 40 años, calzando chanclas de plástico, lleva con correa a un hermoso perro beagle que defecó en pleno parque, cuyas deposiciones se secarán y nos impregnarán los pulmones a todos. Dicho y hecho, el tipo no recogió las heces y siguió su camino, como si nada.

Sin chistar, el nuevo vengador social corre hacia la escena a toda velocidad para recoger con los guantes, la mierda húmeda y apestosa, y en unos cuantos pasos alcanza al dueño del perro, a quien le arroja sin pensárselo, el excremento fresco. “¡Toma, marrano!”, le grita mientras le embarra la sustancia restante en la calva. “¡Soy CacaMan, haciendo servicio a la comunidad!”, agrega antes de echarse a correr en sentido contrario. “CacaMan”, repitió para sí entre carcajadas. “CacaMan será”.

Y así, estimados, nació el nuevo superhéroe vigilante de la Ciudad de México para combatir a dueños incompetentes de mascotas y otros siniestros. CacaMan para luchar por la justicia y el civismo, aún donde la ley no llega. CacaMan que está observándolo todo. Ante la falta de autoridad y la vista gorda de vecinos y transeúntes, CacaMan patrulla nuestras calles y parques. Tengan cuidado. Están advertidos.