Ineptitud

25 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Ineptitud

Llevaba siendo cuentahabiente de un banco desde hace más de 40 años. Pero resulta que en algún lugar clonaron mi tarjeta de crédito y me hicieron un cargo que no reconozco.

Revisaron la transacción, no tenía mi firma el voucher y en un movimiento cancelaron el cobro improcedente, inhabilitaron la tarjeta y enviaron por correo un nuevo plástico. Todo bien hasta ahí.

El problema comienza, cuando la tarjeta nueva, trae pegada una estampa que me dice que para activarla y usarla, necesito llamar a un número de teléfono 01-800. Y así lo hago. “Bienvenido a la banca telefónica de su banco, para inglés marque uno, para español, marque dos…” y así pasé de menú en menú hasta que la voz me indica que “digite los 16 números de su tarjeta y su nip”. Y pues no, no tenía ningún nip.

Decido introducir el de la tarjeta anterior. No lo reconoce y el sistema interrumpe la llamada. Así, una y otra vez, no tengo forma de contactar con un humano. Decido ir a la sucursal y solicitar en la ventanilla mi nuevo nip para activar la tarjeta. Entre peras y manzanas, tengo que ir por otros papeles e identificaciones y regreso varias veces a la sucursal para que al final la cajera me diga que no puede hacer nada, pues no he activado el nip —que no existe— al teléfono de la estampa de la tarjeta. Suficiente. Denme mi dinero. Me ruega el gerente que no me vaya, que están perdiendo muchos clientes por el nuevo sistema. Me queda claro que la ineptitud cuesta muy caro, aún cuando me dicen que ya despidieron al responsable de tales errores.

Al menos, así es en las empresas. No sé como será en el país con el nuevo gobierno, pues nos ha salido carísima la ineptitud de Pemex, encabezada por Octavio Romero Oropeza, quien también ha comprometido la imagen de la secretaria de Energía, Rocío Nahle. Para comenzar, le ha costado al país miles de millones de pesos en pérdidas por no tener una logística adecuada para su —si es que existe— combate al robo de combustibles, pues ha paralizado la economía de millones de familias que dependen del auto o camión para generar ingresos: desde el dueño de la recaudería, hasta el taxista, pasando por cualquier campesino que necesita transportar su producción para ser vendida (más de 70% de la población productiva ha tenido este problema y se calculan las pérdidas en casi 25 mil millones de pesos en apenas unos días).

La ineptitud de Pemex ha costado al gobierno su reputación ante potenciales inversionistas extranjeros, pues los analistas consideran que tendremos un crecimiento menor al del año anterior, además de 80 millones de dólares para adquirir pipas sin transparencia y sin licitar y miles de millones de pesos para contratar a más de dos mil nuevos operadores de esas pipas por seis largos años.

Y no importa que nos vendan que todo sacrificio vale la pena con tal de evitar el huachicol, pues ya nos ha salido más caro el caldo que las albóndigas: las compañías extranjeras que estaban rentando por una muy buena cantidad de dinero los ductos de Pemex han decidido cancelar sus contratos y el robo de gasolina por ordeña de ductos es por 5% del total de barriles consumidos, lo que implica que se pierda más en ingresos por falta de venta que por evitar el robo. ¿Lo cesarán como despidieron al empleado del banco que les costó tanto en pérdidas por inepto o el compadrazgo con su jefe le permitirá continuar a pesar de la monstruosa deuda que ha creado para los mexicanos?