Libertad de prensa

23 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Libertad de prensa

js zolliker

Hoy, digámoslo claro, vivimos en absoluta indefensión por un fenómeno que nos ha superado por completo: en cualquier momento, cualquier grupo de personas nos puede matar a los mexicanos por cualquier causa. Y lo más probable, es que ni se les investigue ni se les castigue.

Acaba de suceder con unos estudiantes —veinteañeros— de cine que, según la autoridad, tuvieron la “mala fortuna” de estar “donde no debían, a la hora que no debían, cuando no debían”. Y los confundieron, por andar con cámaras, con periodistas. Y por esa simple y siniestra combinación de variables improbables, los mataron a los tres y después, los desintegraron en ácido.

¿A cuántos periodistas no han desaparecido así? Todos conocemos historias de personas relativamente cercanas, que de pronto, parecieron evaporarse —o derretirse— de buenas a primeras. O peor: sabemos de historias de un grupo de amigos que iban a la playa y como parecían periodistas, los mataron después de detenerse en una gasolinera en Guerrero, porque uno tuvo “la mala idea” de tomarle un par de fotos al paisaje con su nueva cámara reflex.

Para curar a un enfermo, primero hay que reconocerlo y diagnosticarlo adecuadamente y después de dicho proceso se tomarán las medidas y se proporcionarán medicamentos y procedimientos, a veces multidisciplinarios, donde varios médicos de diferentes especialidades ayudarán al cuerpo a sanar. Y ahí es donde creo que nos falla en el sentido social, comprender lo que nos está sucediendo: en México si eres periodista, te censuran, por las buenas o las malas. Tanto, que somos uno de los países del mundo en donde más se asesinan periodistas (o gente que se les parezca).

Será acaso, porque soy de Tampico y he vivido las cosas de forma muy distinta a la mayoría de los analistas de este fenómeno de violencia potenciada contra los periodistas, contra quienes suelen experimentarla a la distancia, sea desde la CDMX o desde un cómodo sillón, pero el origen de lo que muchos llaman “guerra de Calderón”, aquí lo conocemos como el intento de rescate que comenzó a hacer el gobierno federal para que, nosotros, periodistas y ciudadanos comunes y corrientes, dejáramos de temer por nuestras vidas.

Mucho antes de que el Ejército y la Marina salieran a las calles, ya nos mataban en las esquinas por reportear cualquier cosa, ya había toques de queda impuestos por gatilleros y sicarios, ya nos baleaban las oficinas del periódico. Desde mucho antes, nos mataban por denunciar que o entregabas tu tierra o violaban a tu niña; o pagabas derecho de piso o te mataban; o te mudabas de pueblo o se llevaban en leva a los chamacos para que les sirvieran de achichincles. ¿Por qué creen que surgieron las autodefensas? ¿Por la guerra de Calderón? ¿O porque los criminales nos traían tan jodidos que el pueblo comenzamos a defendernos? Así, compañeros cambiaron la tinta y las letras, por pólvora y un M-15.

Necesitamos reconstruir nuestro tejido social. Concentrarnos en las víctimas, que reconozcamos que existen, que se creen leyes nuevas que nos permitan atenderles. Pero para lograrlo, debemos dejar de mutilarnos socialmente, unos a otros, por obtener beneficios políticos. Somos más, los que queremos el bien. Somos más, los que sabemos que le vendemos al mercado más poderoso del mundo y que nos pagan con armas y muertos de los nuestros. Dejemos de creer que el diagnóstico es sólo uno. Es un problema multivariable. Escuchémonos todos. Entendámonos. Dialoguemos. Mi punto de vista de periodista, es apenas una muy pequeña parte, porque hoy, Día Mundial de la Libertad de Prensa, estarán algunos infelices matando periodistas, y deshaciéndolos en ácido. México debe estar unido, formando un mismo frente, sin importar partidos, filias ni fobias porque la libertad de expresión es el único contrapeso que tenemos versus los poderosos de cualquier tipo.