Nuestra verdad

18 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Nuestra verdad

js zolliker

Tenemos un negocio que funciona estupendamente bien. A través de los años, hemos creado miles de empleos directos y cientos de miles de indirectos. Cabe destacar que, para nosotros, que somos la segunda empresa más importante a nivel mundial en sector refresquero y de alimentos, México es extraordinariamente importante, pues es nuestro mercado más grande del planeta, sólo después de Estados Unidos de Norteamérica.

Por eso, es doloroso confesar que no podemos más. No podemos continuar así. Todo comenzó con problemas de asaltos en las rutas, que al acumularse, nos incrementaron los costos de las pólizas de seguros contra robo. Cabe aclarar que, a pesar de ello, absorbimos la pérdida para no incrementar nuestros precios.

Luego, el problema creció a otros ámbitos. Comenzamos a tener problemas para contratar gente. Y la que habíamos contratado previamente, se nos comenzó a ir a vivir a otras ciudades. Eso implicó perder empleados a los que se les había invertido mucho tiempo, dinero y capacitación. De la misma forma, comenzaron nuestros directivos a recibir amenazas, lo cual también incrementó las pólizas contra secuestros, y las autoridades, locales y federales no sirvieron de absolutamente nada. Se les pidió ayuda y a cambio sólo recibimos palabras de apoyo: “comprendemos, es una situación difícil. Estamos haciendo todo lo que está en nuestro poder, pero es muy complicado porque blah, blah, blah y blah”.

La indefensión es total. Vivimos en un Estado sin ley, acciones ni consecuencias. Totalmente a merced de un puñado de criminales que, con total impunidad, pueden amedrentarte y exigirte el pago de una cuota por dejarte funcionar, trabajar, producir y hasta para continuar respirando.

Lo vimos muy claro con nuestra competencia en marzo: cuando se negaron a la extorsión, sus camiones fueron incendiados, sus instalaciones eran constantemente baleadas, sus empleados golpeados y se dice que dos de ellos no han aparecido, ya sea que huyeron o los derritieron en tambos de acero con diésel.

Ahora nos tocó a nosotros. Y no vamos a esperar. Mandamos retirar todos los refrigeradores que teníamos puestos en todas las tiendas y misceláneas del territorio en cuestión y en una semana, liquidamos al personal, sacamos los equipos costosos y abandonamos la planta de distribución que teníamos en Ciudad Altamirano, en el caótico Guerrero.

Imaginen no sólo el dolor de las familias que tuvimos que dejar sin empleos, sino lo grave de la situación para que empresas tan grandes y con tantos recursos se sientan tan abandonadas a su propia suerte, que prefieran correr con la pérdida de cerca de 60 millones de pesos mensuales por inutilizar sus plantas de distribución completas y ya preparadas y adaptadas, y perder mercados consolidados.

Porque por más batalla y resistencia que tengamos como individuos, ésta es nuestra verdad: los capitales e inversiones se asustan tanto por un candidato lleno de contradicciones, como por un gobierno que no sirve un carajo, consecuencia de décadas de abandono de las instituciones policiales, de negligencia sobre el desarrollo del poder judicial, de indolencia en las autoridades y de la indiferencia de la sociedad sobre su propio futuro. La solución es sumamente compleja y no se resuelve con amnistías ni con recetas simplistas, porque, como decía el revolucionario Bertolt Brecht, “¡contra la injusticia y la impunidad, ni perdón ni olvido!”