Un viejo senador priista

25 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Un viejo senador priista

No estoy enojado ni molesto ni alterado ni enfadado ni disgustado ni descontento. ¿Irritado? ¡No! Yo estoy lo que le sigue a la categoría de iracundo y harto. Sí, mi estado de ánimo se describe con una palabrota que comienza con “E” y termina con “cabronado”…

Para comenzar, inicio el día viendo la noticia de que Gustavo de Hoyos, presidente de la Coparmex, que defendía a AMLO como Chamberlain defendía a Hitler en el parlamento inglés, se siente traicionado, engañado y víctima de robo de un Presidente electo aún no en funciones, que le dijo al oído lo que querían escuchar y que como Hitler, terminó haciendo lo que le daba la gana, disfrazando su totalitarismo por medio de farsas que en realidad violan la ley, pero que parecen decisiones democráticas.

¿No les hierve la sangre? ¿Qué tal cuando ese mismo Presidente electo responde mal, inventa enemigos, arruina los mercados y confía sus proyectos a futuros secretarios de Estado, que están ciertamente incapacitados para cubrir el encargo que se les da, tienen visiones anticuadas de los negocios, y hacen las cosas con los pies? ¿Qué tal cuando critica conflictos de interés sentando en su mesa al principal constructor de su gobierno? ¿No les parece un descaro?

Y ahora, su gente cercana se limpia las manos como lo hizo Poncio Pilatos, y culpan del nerviosismo de los mercados, a los empresarios que quieren llevarse sus inversiones para otros lados. Les avientan a la tropa ignorante y necia a la garganta por querer cuidar su dinero, cuando quienes han dilapidado la confianza y su capital político, son los funcionarios del nuevo gobierno al tomar decisiones evidentemente insulsas.

Luego, me llaman mis antiguos empleados en el partido político, porque dicen que llevan meses sin cobrar. Y me doy cuenta, haciendo un par de llamadas a viejos amigos y compañeros de armas, que hipotecaron los edificios más importantes que tenemos. Entonces, con el enorme fracaso electoral, no obtendremos ni para pagar los intereses de los intereses moratorios de los créditos que tomaron.

Se desmoronó mi partido, al cual he cuidado y trabajado por décadas, frente a mis ojos, en una mañana. ¿Quieren, de verdad, que esté yo tranquilo y animado? ¡Imposible! Menos después de que el culpable de todo no ha hecho nada por evitar que nos destruyan como partido y como país. ¿Saben lo que hizo hoy? Salió “muy digno” a decir que el Nuevo Aeropuerto Internacional de México seguirá hasta el último día de su mandato. Mequetrefe tibio y mediocre. ¡Buena y valiente declaración cuando le quedan 31 días de gobierno!

No se engañen, lo que vivimos, es consecuencia de su mal gobierno. De su incapacidad de entender los nuevos tiempos, comunicaciones y formas. De su ignorancia. De la rapacidad de sus beneficiados, del engreimiento de su círculo más cercano. De la impunidad. De preocuparse más de la imagen que de su legado. De creer que la historia lo absolverá.

¡Sepa que no, Presidente! ¡Yo lo culpo del desastre que se nos viene encima, porque esto es el resultado de todas y cada una de sus malas decisiones, de no saber responder sobre sus libros favoritos, a no saber defenderse en medios, de todos los ataques que le prepararon! Lo maldigo, es cierto: pagará con creces todo el mal que nos ha hecho.