Resolver a México de una buena vez

23 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Resolver a México de una buena vez

ZOLLIKER

Ya no podemos darle más vueltas al asunto ni retrasarlo por más tiempo. El problema de México no es la falta de educación (claro que influye), ni es el combate a la pobreza (que es absolutamente necesario), ni es la falta de capacitación, ni hacer más leyes ni el TLC, ni la política monetaria, ni la hacendaria ni un centenar de variables más de las que nos hablan miles de expertos en desarrollo.

El problema de México —sí, lo repito— es la impunidad. Desde los contratos millonarios hechos con trampas por constructoras y los conflictos de intereses con funcionarios públicos, hasta la extorsión de la cual es víctima cualquier conductor que es sancionado por dar una vuelta a la izquierda/derecha, cuya señalización prohibitiva es inexistente.

Y la impunidad, solo es el síntoma más notable de un padecimiento adyacente: nuestro sistema judicial está gravemente mórbido. Severamente enfermo. Y lleva así décadas y ni se le ha intentado atender; se le está dejando morir. No por nada decía el autor del Quijote que, “donde hay poca justicia, es un peligro tener razón”. De ese tamaño representa la amenaza. Porque ni las empresas, ni la gente tiene seguridad jurídica de ningún tipo y así, nada puede mejorar en México.

Es cierto, podremos avanzar uno o dos puntos en educación, que se desechan cuando los alumnos salen a la calle y tiran basura o compran piratería sin que haya consecuencias. Podremos avanzar medio punto en el combate a la pobreza extrema, pero de nada sirve cuando la gente que quiere progresar, se presenta a hacer un examen de primaria y se les exige a cambio de su calificación, una cuota por persona (o los reprueban). No sirve crear nuevas empresas cuando la gente tiene que dar mordidas y mochadas por absolutamente todo. Ni qué decir de los insuficientes servicios médicos, de salarios que no alcanzan, de canastas básicas imposibles, de esfuerzos y promesas incumplibles. Mientras sigamos así, con fueros que dizque luchan contra los síntomas y no la enfermedad, daremos un paso y retrocederemos dos.

Como mexicanos, como sociedad, hay que presionar para que el gobierno y el que sigue, se dediquen a invertir seriamente y de forma definitiva, en revivir nuestro sistema judicial moribundo. Es nuestra única salida, para que cualquier conflicto pueda ser resuelto, desde uno vecinal, hasta una denuncia contra una extorsión de una autoridad, y para que sin importar nivel social, económico o educativo, la autoridad actúe en consecuencia y a favor de quien tenga la ley a su favor.

El día que se pueda asistir a levantar/defenderse de una denuncia/demanda, donde los influyentismos no cuenten, donde no sea un trámite interminable y la autoridad persiga al culpable, este país, va a cambiar. Se los garantizo. Ya sea que se trate de un obrero que fue asaltado en el camión, que demandar a cualquier político que se tenga la certeza que está actuando contra la utilidad pública y sus funciones. Trátese de la ciudad más grande del país, o del comisariato más remoto.

Entonces sí, cambiaremos.

Porque de nada nos sirve combatir la pobreza, el analfabetismo, la evasión fiscal y todo lo demás, si la injusticia nos tiene amarradas las manos. Por favor. Si quieren cambiar algo en México, las marchas funcionan, la cultura cívica hace lo suyo, las demandas ciudadanas son vitales, pero no perdamos de vista que el grandísimo problema que tenemos desde la Conquista, es un sistema judicial que simplemente no sirve más que para los poderosos y ricos. Y en eso debemos fijarnos al votar, porque como bien decía el el poeta inglés, John Milton: “En un mundo de fugitivos, el que transita el justo camino, parece huir”, y ya basta de estarle huyendo a nuestro destino a como país.